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Ernesto Carpio-Tirado, mago Plomo: “Uso la magia y el humor para contar historias”
Trabaja en Doble Nueve desde los 16 años. “Mi incursión al mundo del entretenimiento es vía la música”, dice el conductor del programa de TV El Fuera de Lista, también conocido como el mago Plomo. Lo entrevistamos.
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Dicen que el que mucho abarca poco aprieta. Pero Ernesto lo abarca todo o casi todo y le pone su estilo, como si fuera una varita mágica que toca algo y lo convierte. También es un mago fuera de los escenarios.
Escribe su tercer libro, pero no se considera escritor; lleva 27 años como disc-jockey en radio Doble Nueve y tampoco usa la etiqueta de disc-jockey; este 2021 cumple 25 años de mago y apenas acepta su condición como tal; tiene el producto digital Historias No Tan Mínimas y conduce El fuera de lista en Movistar Deportes, y no se considera periodista. Acepta que fracasó en el fútbol, pero se siente más futbolista que otra cosa. Es hincha de Alianza Lima. Nunca jugó en el equipo y ahora es vocero de la marca Nike en la nueva colección MTZ, la camiseta ecológica del club íntimo. Ernesto Carpio-Tirado o Plomo ya mira al futuro: le encantaría tener un café, escribir una novela y filmar una película.
Es mago pero nunca ha usado esmoquin, ni varita ni capa. Viste como skater, lleva tatuajes y una barba permanente. “Siempre he sido un mago más under, más rocanrolero”, dice Ernesto, que lleva una gorra con la frase “que vengan más trucos”.
-Haces magia, televisión, escribes, tu padre –”che plomito”– fue sonidista de la banda peruana Traffic Sound, tu madre fue productora de Trampolín a la fama y en un medio español dijeron que eras el surrealista asistente de la selección peruana de fútbol. ¿Quién eres?
Mi vida es muy rara en su estructura, en cómo se han dado las cosas. Trabajo en Doble Nueve desde los 16 años. Empecé a poner música a los 12, en fiestas de mi barrio. A los 14 me escapaba de casa para poner música en una discoteca. Mi incursión al mundo del entretenimiento es vía la música.
-¿Por qué ponías música?
Mi papá era uno de los proveedores de música de Doble Nueve. Por chamba viajaba y en esa época las importaciones no eran tan fáciles; mi viejo traía casetes y discos a Manuel Sanguineti, el dueño de la radio. Pero esa música primero pasaba por mi casa. Entonces, tenía posibilidad de poner la música que nadie tenía, lo que en esa época era oro puro.
-¿Por qué no fuiste músico?
Intenté tocar batería y era malo, tal vez impaciente. Intenté cantar, y jalado.
-También intentaste jugar fútbol. ¿Qué pasó ahí?
Jugué toda mi vida, creo que era bastante bueno. Gané campeonatos, fui elegido mejor arquero. En el 95 estuve con la sub-20 del Ciclista Lima y fui elegido mejor jugador.
-¿Por qué no te quedaste en el fútbol?
El fútbol no solo es saber jugar, hay que tener la cabeza muy firme, hay que ser disciplinado.
-¿Te costó la disciplina?
Mucho. Yo fracasé en el fútbol. La gente cree que es fácil ser futbolista, es muy difícil. No pude con el rigor.
-¿Hubo un episodio que te dijo: yo no sirvo para esto?
Sí. En Ciclista estábamos muy complicados con los pagos. Viajábamos a Chincha y me tenían que pagar, y un dirigente se quedó con una gran porción de mi pago, cosa que era normal en ese momento. Yo le reclamé, me insultó, me puse bravo y el señor me tocó la cara, como diciéndome así es al principio chibolo.
-¿Qué hiciste?
Una reacción del momento.
-¿Se la devolviste, pero más fuerte?
Por decirlo de alguna manera. Ahí entendí que no era mi lugar. Crucé la pista, tomé un micro, me fui a mi casa y no aparecí más.
-¿Pero tenías un as bajo la manga?
Seguía en la radio, había pedido una licencia. Entré a la radio como mensajero, chacal, para servir café, comprar chifa y terminé siendo disc-jockey. Y, además, en ese momento ya estaba en la universidad. Ya hacía shows de humor, hacía animaciones, trabajaba con Jorge Ferrand. Entonces, pensé que por el lado del fútbol no era, sino por el lado del entretenimiento. No creo que puedas culpar a las circunstancias de las cosas negativas o malas que te pasan. Tienes que trascender a las cosas negativas o malas que te pasan.
-¿Es cierto que te vuelves mago estafando cuando jugabas póker?
Es correcto, señor (baja la voz). Estuve metido en un circuito medio under de póker.
-¿Cómo así?
Cuando llegaron los casinos al Perú, saqué un DNI falso para poder entrar a jugar. Ahí empecé a conocer gente que timbeaba fuera del casino.
-¿Por qué te llamó la atención ese mundo?
Mi abuela materna siempre fue bien timbera y ella me enseñó a jugar póker. Por otro lado, a los 17 años había que recursearse para poder salir.
-A los 17 timbeabas, jugabas pelota y eras disc-jockey, ya eras surrealista.
También era alguien sin un rumbo definido.
-¿Debemos tener rumbos definidos?
Depende en qué. Yo me casé recién a los 40, cuando sentía que podía tener una familia. Escribo desde el colegio; si había un concurso de poesía, lo ganaba, pero recién publiqué mi primer libro en 2018, porque no me sentía listo.
-Volvamos al mundo under del póker. ¿Cómo así te jala?
Me encantaba la timba. Lo que sea apostaba.
-¿Qué has llegado a perder en una apuesta?
Mi batería (risas). En la universidad manejábamos una pequeña ‘mafia’ de apuestas de póker. Estábamos sentados en la cafetería y yo había descubierto cómo quebrar la mesa de dados. Estaba convencido de que nos haríamos millonarios. A mis compinches les expliqué y los convencí. Hicimos un pozo y nos fuimos al casino del María Angola. El dealer era Jordan Petrov, que fue delantero de Alianza. Estábamos ahí y en 20 minutos perdimos todo (ríe a carcajadas).
-Cuando me dices mundo under me imagino un sótano oscuro, con una luz en el medio, cinco tipos alrededor de una mesa redonda, miradas de desconfianza, todos fumando cigarrillos.
Frente al Estadio Nacional había unas cantinas. Una vez he jugado ahí con unos coreanos y un policía, jueves 3 de la mañana. En un momento pensé: esta gente está armada de todas maneras. Empecé a perder hasta que me fui; me asusté. Eso me pasó una vez.
-Así nace el mago.
Mi buen amigo Gonzalo Ferrand me enseñó un truco, lo agarré al toque y arrancó el tema. Ahí dejé de timbear.
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-¿La magia es el camino donde has viajado estable?
La magia me ha dado un nombre. Pero ha sido difícil. Cuando empecé, los magos no me veían con buenos ojos, no me contrataban, pero me fui a Chile, donde encontré chamba.
-Vuelvo a la pregunta inicial. ¿Quién eres?
Un entretenedor, que uso la magia, el humor, la posibilidad de poner música, la escritura, la creatividad. Me gusta contar historias y las cuento en un show, en un truco, en un set de canciones, en un cuento. Contar historias y generar emociones.
AUTOFICHA:
- “Me llamo Ernesto Nicolás Carpio-Tirado Lindley. Nací el 12 de febrero de 1977, en la clínica Ricardo Palma. Me dicen Plomo desde que nací. De papá y mamá soy el único hijo. De mamá son dos y de papá dos. Tengo cuatro hermanos en total”.
- “Primero estudié Administración en la Ricardo Palma, pero me botaron. De ahí en la San Ignacio estudié Administración Hotelera y Marketing. También Turismo. No terminé ninguna. Primero fui un mago de la calle y luego tuve un maestro, Guillermo Carranza”.
- “Guillermo Carranza me enseñó a ser un mago de verdad, es mi sensei, le estoy eternamente agradecido. Tengo dos hijos, Román y Pascual. Mi esposa se llama Alexandra, más conocida como ‘La Pelangocha’, es artista y profesora de yoga. Tengo dos libros. El primero de vida, de barrio; el segundo es solo de fútbol”.
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