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Ekaterina Konysheva, actriz: “Hollywood es parte de mi proyecto, ganar un Óscar”
Nació en Rusia, creció en Israel, migró al Perú y pronto partirá a México por nuevas oportunidades. Su padre fue parte del Ejército Rojo y quiso volar aviones de guerra, y su madre soñó con ser actriz. Ekaterina Konysheva también quiere cumplir los sueños de sus padres. La entrevistamos.
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“¿Vámonos a otro país?”, dijo su padre. Buscó el mapa y donde cayó el dedo índice, fue el destino al que partieron. Antes, cuando ella tenía un año, dejaron Rusia rumbo a Israel, la tierra del abuelo que estuvo en la Segunda Guerra Mundial y escapó de los nazis. Y ahora, tenían que partir otra vez. Su padre viajó solo y les dijo: “En un año si me va mal, regreso. Si va bien, les mando plata para el pasaje”. Pasaron ochos meses y no había señales. “Peor que acá no nos puede ir, vámonos todos”, dijo su madre. Indocumentados y sin plata, se quedaron a la fuerza en aquel punto en el mapa que eligieron al azar, el Perú.
Ella, Ekaterina Konysheva, es actriz y es una de las figuras de la telenovela Papá en apuros, que se transmite de lunes a viernes, 9:20 p.m., por Latina.
Tenía 10 años cuando llegaron al Perú. Le pregunto si lo recuerda. “Totalmente”, me dice en un español casi perfecto, determinante, marcando cada palabra y sin perder la dulce sonrisa. Del aeropuerto de Lima fueron al terminal de buses. Vio un mendigo en el piso, escena que nunca había visto. Se puso a llorar. Llegó a Trujillo y vio cómo a un joven le dispararon para robarle su guitarra.
De regreso a Lima, aprendió español en la calle, con su diccionario de hebreo en la mano, mientras buscaba amigos. A veces acompañada, a veces sola. Le han robado 10 veces. “Y de todas las formas, soy caserita”, precisa. También dice “desmadre”, “la chuntó”, “sí soy”. Y siempre sonríe, a veces pícara, a veces sobria. Siempre con sus ojos verdes.
No es tan usual que me den una entrevista a las 7 de la mañana.
Porque tengo trabajo. A las 9 dicto un taller. No es que yo sea mañanera, no es que me encante... No, no. Mi cerebro en las mañanas no funciona, soy muy nocturna, me duermo todos los días a las 2, 3 de la mañana.
No serás mañanera, pero eres aplicada.
Soy ‘workaholic’ totalmente, me encanta trabajar. Después de esta entrevista tengo una clase, luego otra, almuerzo y tengo una sesión de fotos y un ensayo, luego regreso a dictar y de ahí una clase de baile. Tengo una obsesión, no sé qué tengo, estoy loca… (ríe).
¿El Perú te ha vuelto así?
Me he vuelto así con los años cuando me di cuenta lo ambiciosa que soy con la vida, con la carrera y hasta dónde quiero llegar. No lo lograré sentada en casa haciendo nada. No me quiero conformar con quedarme haciendo solo un proyecto en un país. Quiero expandirme internacionalmente, claramente Hollywood es parte de mi proyecto, los Óscar. Si una rusa que vive en el Perú quiere ganarse un Óscar, creo que tengo que esforzarme.
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¿De dónde te viene lo ambiciosa?
De mi mamá. Ella es ambiciosa con sus deseos, pero sí me he dado cuenta de que a veces no hacía las cosas. Yo la miraba y decía en mi mente: “Pero si quieres esto, ¿por qué no haces tal cosa?”. Esto ha ido creciendo en mí. Mi papá sí trabaja todo el día, pero no es tan ambicioso con adónde quiere llegar. Yo sí tengo una meta.
¿Es cierto que tu madre estudió en el conservatorio y no pudo ejercerlo?
Claro, por la época. Solo tiene su guitarra en casa y a veces cantamos. Su ambición de ella es monetaria, no se rinde, busca mil maneras para tener libertad financiera. En mi caso, la ambición no viene con lo financiero, viene por la carrera.
Curioso que tu madre quiera libertad financiera y haya elegido la música.
Pero estamos hablando de hace 35 años en Rusia, solo era el deseo de una chiquilla y tenía 18 años cuando se embarazó de mi hermano mayor, en el 87, y ahí quedó su deseo. Ella a los 15 entró al conservatorio. En realidad ella quería ser actriz. Pero no luchó ni por la actuación ni por la música.
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En el fondo, de alguna manera estás tratando de reivindicarla.
Sí, claro. Yo sé que en el fondo es como curar la herida de mi mamá. Sí es mi sueño, pero muy dentro de mí yo sé que estoy cumpliendo el sueño de ella, y mucha gente no acepta cuando les pasa eso. Soy la única esperanza de que mi mamá pueda realizar ese sueño, siento esa carga y ese peso, por eso me doy con palo… Es malo, trabajo en ello. Pero no voy a mentirme. Yo soy la niña que quiere ver a su mamá cumplir su deseo.
La niña que quiere ser como Emma Watson.
Claramente (sonríe)… Es más, mi papá quiso ser piloto de guerra, ser parte de la fuerza aérea, dio el examen, estuvo en el Ejército Rojo, en la Unión Soviética, en el 82, 83. Pero no pudo entrar a la fuerza aérea porque no tenía la vista buena. Cuando me lo contó yo veía su alma partida y dije: “cuando sea millonaria, le voy a comprar un avioncito y voy a aprender a pilotearlo por mi papá”. Es un capricho que tengo.
Eres una justiciera.
Sí, por mis papás.
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Pero tu padre llegó a ser geofísico, ¿no?
Estudió la carrera. Pero no lo ejerció, porque no había trabajo de su carrera.
¿No se te pasó por la cabeza convertirte en piloto de guerra?
No. Mi papá siempre quiso que su hijo maneje carros, pelee, maneje armas. Pero mi hermano es gamer y negociante. Yo sí, me gustan los carros, manejo armas, me voy con mi papá a entrenar, he hecho artes marciales. Cuando voy a disparar le mando videos a mi papá y le encanta. Y tengo mejor puntería que él. Pero no por eso me voy a meter al ejército.
Pero rendirías muy bien en el ejército.
Sí y también soy líder.
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¿Qué opinas de la guerra en Ucrania?
No hablo de política, religión ni cosas extremas. Ni en las redes sociales ni en entrevistas. Porque mis dos países, Israel donde crecí y Rusia donde nací, están en guerra. Es un tema muy, muy delicado. Hablar con una persona que no sabe nada del país ni del idioma y que esa persona sienta que sabe más de la guerra que yo, me lo tomo personal.
Me dices que te han robado diez veces. ¿No usas arma?
No. Pero estoy pensando sacar licencia. Pero no quiero llevar el arma conmigo, porque es demasiada responsabilidad. Máximo tendría el arma en el carro, en la guantera o debajo, hasta ahí llego.
Pese a todo, ya hiciste tu vida en Perú.
Estaba por irme a Brasil, pero hubo un cambio de planes. El año pasado iba a irme a México. Y me llamaron para decirme que quedé para Papá en apuros.
Entonces, en cualquier momento nos dejas.
Sí, me voy en febrero (ríe). Pero no me iré a vivir todavía, estoy abierta al país que me dé oportunidades. Si me llaman de la India, agarro mis maletas, mi hija, mi esposo, mis perros y nos vamos.
Volverías a Rusia.
No, no. Absolutamente no. Y no conozco Rusia.
Quédate en Perú…
Encantadísima, siempre y cuando siga con oportunidades laborales (sonríe).
AUTOFICHA:
-“Nací en Ekaterimburgo. Empecé a actuar en 2012 y en 2015 estuve en Al fondo hay sitio. Después de unos meses empecé a estudiar con Bruno Odar. Ser rusa es una espada de doble filo: me abrió muchas puertas, pero me ha cerrado otras”.
-“Ser rusa me abrió puertas, era algo exótico, interesante de descubrir, pero me cerró puertas por el encasillamiento de una extranjera. Siempre hice de francesa, de americana, de rusa. No siempre voy a ser la extranjera y eso me cerró puertas”.
-“Dicto un taller para niños. Con Papá en apuros ya terminaron las grabaciones. El 15 de febrero estreno Microteatro y el 24 y 25 de febrero voy a reemplazar a Karime Scander en Romeo y Julieta de Cuéntame Shakespeare de Bruno Odar”.
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