Don Quijote de la Mancha más que una novela sobre las aventuras de un caballero andante y su fiel escudero es una historia acerca de cómo la ficción invade la realidad y la modifica. El protagonista del libro, Alonso Quijano, es un hidalgo que, de tanto leer novelas de caballería, pierde el juicio y decide que él también debe salir al mundo a impartir justicia sobre su caballo defendiendo a los débiles y las damiselas en apuros.
Al final, como comenta el periodista y editor José Coaguila, el Quijote representa un tópico universal de la condición humana: el deseo del individuo por evadir la realidad e imaginar un mundo diferente en el que preferiría vivir.
“El ser humano está siempre dividido entre lo que es y lo que quiere ser. Continuamente, estamos imaginando, deseando, soñando y viéndonos en otras circunstancias. La ficción representa lo que queremos ser, no necesariamente lo que somos, y al final ese deseo influye y transforma nuestro mundo”, explica Coaguila a Perú21.
JUSTICIA Y PODER
La novela de Cervantes fue escrita a principios del siglo XVII, época en que las historias de caballeros andantes parecían ya agotadas. El novelista rescata la esencia de esta tradición y la actualiza valiéndose del humor, un gran manejo del idioma castellano, técnicas narrativas eficaces, y la construcción de un mundo con personajes carismáticos. Sin embargo, el Quijote no es una parodia de las historias de caballería, sino un elogio a lo que estos personajes representaron en el mundo occidental.
Coaguila señala que esos caballeros andantes no existieron tal cual eran retratados en las ficciones; era un anhelo de sus creadores para tener arquetipos de justicia, poder y códigos morales intachables, en un entorno caótico, violento y oscuro, como el que se vivía durante la Edad Media.
“Esa búsqueda de un ideal a partir de las ficciones es otra de las estrategias del Quijote para conectar con los anhelos de los lectores. Y ese es un mecanismo que existe hasta nuestros días. Hoy, nos inventamos a los superhéroes porque simbólicamente seguimos buscando a alguien que ayude al débil e imponga justicia en épocas en que esta escasea”, agrega.
LECTURA Y LOCURA
En el imaginario cultural el Quijote ya está instalado como una estampa: un hombre flaco, canoso, con un caballo y lanza, acompañado de un escudero rechoncho con un burro. Y esa imagen viene conectada a otra premisa: ser como el Quijote es estar loco. Estar loco, por tanto, es leer ficciones. Según Coaguila, esta relación no es del todo exagerada. Leer es salirse un poco de la realidad: imaginar otras vidas, meterse en otras historias y escapar un poco de las nuestras.
“Si profundizamos en el proceso de leer, hay enajenación y un intento por evadir la realidad. Lo mismo ocurre con el que escribe. En la creación literaria algo de locura debe haber, ¿no?”, señala.
En este siglo XXI el consumo de ficciones no ha decaído. No solo se leen novelas y sagas de aventuras o fantasía en libros impresos y digitales, también las consumimos en plataformas de streaming en forma de películas y series. Todo el tiempo estamos en contacto con historias inventadas. Y, como nos enseña el Quijote, del consumo constante de ficciones a querer vivirlas intensamente hay solo un par de pasos.
DATOS
El pasado jueves 22 de agosto, salió a la venta con Perú21 la adaptación al cómic de Don Quijote de la Mancha. Esta publicación forma parte de la colección “Clásicos de la literatura en cómics”, que impulsa este diario junto con Pop Fiction.
Esta tercera entrega cuesta S/19.90 con Perú21. Está disponible en los kioscos de la capital.
