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Daddy Yankee: El último concierto

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Gritos imparables. Mujeres y hombres con los brazos alzados lanzando vítores, pidiendo que el rey salga ya. Otros, alistando el flash del celular para lo que está por venir. Oriente, Occidente y Norte ya está bailando. En campo, no cabe un alma. Arriba, los drones se vuelven locos sacando fotos y videos. El Estadio Nacional está repleto y no es día de partido. El rey del reggaetón hoy es también el de la puntualidad. Diez de la noche. El conteo comienza en la pantalla y el estadio hierve en una noche fría. Daddy Yankee, el puertorriqueño que ha hecho bailar al mundo por 20 años, está a punto de salir al escenario.
Y lo hace en un avión. Sí, la pantalla, dando muestra de que el juego visual será importante en las próximas dos horas y media, proyecta a Daddy llegando en una nave que aterriza en el escenario. El realismo es tal que algunos creen que el propio cantante está descendiendo de las escaleras, ahí mismo, en ese instante. Deliran. Pasan unos segundos y –sincronizados al milímetro– tanto cantante y bailarines aparecen ahora sí en físico. Las luces siguen el juego. El Nacional se cae en una marea de voces y suena “Campeón”. El show ha empezado.
***
Han pasado casi dos décadas de la presentación de Daddy Yankee al mundo. O Raymond Ayala, cuando tiene que registrarse en el aeropuerto. Fue en 2004 cuando “La gasolina” irrumpió para acaparar las radios globales y los canales musicales viralizándose en un mundo que no conocía aún la palabra viral. El puertorriqueño ya llevaba una década siendo estrella en su país (reconocido, además, por mencionar por primera vez la palabra reggaetón en el disco Playero34), pero su asalto al mundo se le debería a su atrevida oda al carburante. “La gasolina” es considerada el primer hit del reggaetón.
«A ella le gusta la gasolina, dame más gasolina...» se convirtió en el tarareo culposo de millones. El reggaetón, como género, le debe mucho a esta canción.
Y si con cuatro sílabas conquistó la primera década del mileno. Cuatro sílabas también le sirvieron para hacerse con la segunda. “Des-pa-ci-to”, al lado de Luis Fonsi, arrasó en 2017 con las listas musicales y cinco años después continúa con el rótulo del video más visto de YouTube. Roza los 8 mil millones de reproducciones, poco más de la población global. Como si cada habitante del mundo la hubiese escuchado por lo menos una vez en su vida.
Pero en la vitrina de Daddy Yankee hay mucho más. 30 millones de discos vendidos. El artista más escuchado a nivel global en 2017. Reconocido como uno de los hispanos más influyentes en el mundo por CNN y la revista Time. Tras encabezar en varias ocasiones las listas Billboard, entró en 2021 en el selecto club del Salón de la Fama por su carrera e influencia. Más de 120 premios en el triple de nominaciones. ‘El jefe’, ‘El rey del reggaetón’, ‘King Daddy’, ‘El Máximo Líder’, ‘The Big Boss’. Los sobrenombres abundan, el respeto también. La nueva escuela, como Yankee llama a los nuevos cantantes del género nacido en Puerto Rico o sus derivados, también lo reconocen como el máximo exponente.
Bud Bunny, J Balvin o Rosalía, por nombrar a algunos, no han tenido reparo en que lo tienen como máxima inspiración.
***
Daddy Yankee hace lo suyo en el Estadio Nacional. Las letras de “Rompe”, “Tú me dejaste caer”, “Soltera”, “Baila, baila, baila” son entonadas por 45 mil afiebrados veinteañeros y treinteañeros que hoy se han dado cita para recordar parte de su pasado. Con dos décadas en escena, las canciones de Yankee son parte también del playlist de nuestras vidas. Los celulares con luces encendidas hacen los parabrisas, mientras el intérprete cuenta un poco de su amor por el Perú. Solo un poco y con obviedades entendibles. Su último tour, según ha dicho, lo llevará a dar más de 85 conciertos en tan solo este año. Ya va por la mitad. Menciones al Callao, a una conocida cebichería victoriana, a la humildad peruana y no más. Tampoco tiene por qué. Lo suyo es hacer bailar al coloso que se embriaga en nostalgia.
Con “Somos de calle” el concierto llega a su éxtasis. No hay lugar para el aburrimiento mientras el puertorriqueño de 45 años declara en una canción su humilde origen en Puerto Rico.
“Tú sabes que somos de calle, hay cría y corazón/ Siente el fuego, las reglas del juego, las pongo yo”.
El cantante hace un alto también para que Patricio Quiñones, un bailarín peruano que forma parte de su elenco, pueda recibir los aplausos del público. “Síguela rompiendo y goza el show con tu gente”, le dice, mientras el danzante emocionado ondea una bandera del Perú.
El concierto sigue en lo más alto. El puertorriqueño no ha parado y sus cuatro cambios de vestuario se han dado casi en automático. Ahora luce una polera naranja fosforescente. Lentes oscuros y un guante en la mano derecha. Si Michael Jackson fue el rey del pop y Elvis Presley, el rey del rock, DY es el del reggaetón.
El final cada vez está más cerca, pero la fiesta continúa. Son 30 canciones que desenlazan con un tridente de éxitos: “Con calma”, “Dura” y “La gasolina”. Los fuegos artificiales comienzan a explotar en los aires del Nacional. El himno del reggaetón suena como un himno de despedida. “Gracias, Perú”, se escucha.
Daddy Yankee sale del escenario. No hay retorno ni pedidos de vuelta. El público entiende que el cantante ha terminado. Los cohetes siguen retumbando mientras todos caen en la cuenta de que posiblemente es la última vez que vean al rey del reggaetón.
Datos
Varios asistentes a los conciertos fueron estafados con boletos falsos o revendidos. Un caso traspasó fronteras. Según la Policía, Pamela Cabanillas, de 18 años, encabezó una red que llegó a vender casi 2,000 entradas.Ella huyó a España un día antes del concierto (el 17 de octubre) con todo el dinero recolectado ilegalmente. Ayer, en sus redes sociales, anunció que se entregará a las autoridades europeas aunque no dijo cuándo. “Yo he defraudado a muchas personas que querían ver a Daddy Yankee... Estafé sin compasión. Acepto mi error y sé que debo pagar las consecuencias de mis actos”, comentó.
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