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Cristóbal Miletich: “No hay un solo río de la Amazonía que yo no haya navegado”

Cristóbal Miletich, contralmirante de la Marina, ha publicado el libro 'Cinco siglos de ciencia'. Lo entrevistamos.

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Fecha Actualización
La única calle asfaltada era la suya. No pasaban automóviles. Era la cuadra dos de General Varela, en el distrito limeño de Breña. El padre era agente de ventas, la madre contadora y Cristóbal Miletich estudiante del colegio Lima San Carlos, en el Jirón de la Unión, hacia donde llegaba caminando por la Lima de la década del 40. Al lado de su calle, jugaba a la pelota, sobre el camino de tierra, mientras el mundo giraba.
Nació hace 82 años, un año antes de que empiece la Segunda Guerra Mundial, hito histórico que multiplicó los avances tecnológicos. “Se inventó el radar, se dio el desarrollo de la bomba atómica”, detalla Miletich, quien llegó a ser contralmirante de la Marina del Perú y un hombre estrechamente vinculado a la ciencia. Conocimiento que ahora lo plasma en el libro Cinco siglos de ciencia, donde narra la evolución científica desde el renacimiento hasta que nos tocó la puerta la pandemia. Confinado, investigó y escribió su primer libro. Y ahora nos abre las puertas de su casa.
-¿Por qué se presentó a la escuela naval con tercero de media?
Un amigo, hijo de un marino, me convenció. “Vas a viajar, vas a conocer, vas a tener uniforme, te van a dar propina”, me dijo. Todo eso me entusiasmó y me presenté a la escuela naval y no ingresé (risas). Eso fue un choque muy grande. Hasta ahora recuerdo cuando salí de la escuela y me dijeron que no había ingresado. Fueron cuatro horas de mi vida que no recuerdo qué pasó. Salí y comencé a caminar por La Punta. Ese año me preparé bien y al año siguiente ingresé. Entré a la escuela naval con cuarto de media. La Marina me ha dado mucho. Pero creo que me comenzó a gustar a raíz de que no me dejaron entrar (risas).
-Se convirtió en un reto.
Me hirieron en mi amor propio. Ingresé y tuve la oportunidad de estar en buques, viajé bastante. Pero la gran oportunidad que me dio la Marina fue poder capacitarme. La Marina siempre ha sido la institución armada más afín a la ciencia y la tecnología, porque el buque es como una ciudad. El primer curso que seguí fue uno de ingeniería electrónica. De ahí saqué una beca para seguir un curso de mantenimiento de teletipos, que era como una máquina de escribir que servía para transmitir mensajes a alta velocidad. Era la primera vez que se usaba en forma masiva la matemática binaria.
-¿Ahí nació su apego por la ciencia?
Así es, porque me di cuenta de que había un mundo detrás de eso.
-¿Por qué no siguió una carrera científica?
En cierta forma lo he hecho dentro de la Marina. Tampoco quería echar por tierra mi carrera naval que tanto esfuerzo me había costado. La carrera de marino tiene muchas cosas interesantes, una de ellas es que se conoce mucho el Perú, porque se viaja bastante dentro del Perú. Ya de oficial estuve en Iquitos por año y medio, y me tocó la suerte de viajar por todos los ríos de la Amazonía. No hay un solo río de la Amazonía que yo no haya navegado, haciendo los planes de acción cívica. Es decir, llevaba abordo médicos, dentistas, expertos en agricultura, etc. El Putumayo lo recorrí completo, que está en la frontera con Colombia; y el río Yavarí en la frontera con Brasil. Fue una enseñanza grande para mí, porque es otro mundo. Y creo que, lamentablemente, la Amazonía todavía sigue igual de abandonada.
-¿Cuando llegaban cómo los recibían?
Así como nosotros decimos “antes de Cristo y después de Cristo”, ellos medían el tiempo con antes de la llegada del buque y después de la llegada del buque. Yo estuve un año antes de que se descubra el petróleo. Muchas experiencias muy lindas. Ya luego me casé y me fui a estudiar Ingeniería Electrónica a Estados Unidos. Volví y estuve enseñando. Para el 74 me fui a estudiar a California, donde pude ver el avance tecnológico de ese país; por primera vez, estuve en contacto con una computadora. Regresé y me tenían de profesor en todas partes. Y después de un tiempo gané otra beca (ríe) para una maestría triple. Me he pasado como siete años estudiando en el extranjero. Volví y la Marina se dio cuenta de que me habían estado usando en cosas de estudio y muy poco tiempo navegando.
-Ha estudiado más de lo que ha navegado.
Y en esa época la Marina tenía la intención de dirigir la Central Nuclear del Perú y querían prepararme para que la Marina controle el desarrollo nuclear y efectivamente me mandaron dos años a un curso de energía nuclear, en Argentina e Inglaterra. Volví en el 85 y ya tenía una cantidad de conocimientos tecnológicos, uno tras otro: electrónica, investigación de operaciones, administración e ingeniería nuclear. Me había dedicado a estudiar y enseñar.
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-Hoy la pandemia, de alguna forma, le ha planteado un nuevo reto y usted lo ha resuelto escribiendo un libro.
Este libro es de conocimiento general, para que toda la gente sepa a qué se va a enfrentar en el futuro, sobre todo a la juventud. Lo que quiero es diseminar la ciencia.
-¿El Perú qué potencial tiene?
En Puno tenemos uno de los yacimientos de litio más grandes del mundo y el litio es indispensable para las nuevas baterías que se necesitarán. Las energías solar y eólica serán las grandes energías del futuro, pero llegan a nosotros por horas en el día. ¿Esa energía dónde se guarda cuando no hay viento o no hay sol? En baterías.
-¿Se atreve a hacer un balance de vida?
Del mocoso de 16 años que no sabía qué sería en el futuro a lo que he aprendido durante tantos años, hay un mundo. Pero yo creo que las nuevas juventudes van a estar mucho mejor preparadas que nosotros si nos preocupamos por ellas. Tenemos que preocuparnos por cambios completos de currícula escolar. En un capítulo de mi libro cito a Yuval Noah Harari: “la educación actual está preparada para una época que ya pasó”.
-Escribir Cinco siglos de ciencia es como su renacimiento personal.
Así es (risas). Terminé mi libro tres días antes de cumplir 82 años y eso me enseñó que nunca es tarde para aprender.
AUTOFICHA:
- “Nací en Lima, en la maternidad de esa época, en el Centro. Nací el 20 de setiembre de 1938. Yo quiero que el Perú en general le dé a la ciencia la importancia que realmente tiene. En el Perú creo que hubo dos grandes propulsores de la ciencia”.
- “Fueron Óscar Miró Quesada, que escribía una columna como ‘Racso’, que es Óscar al revés. Escribía sobre ciencia y tecnología. Quién sabe y por ahí comenzó mi interés, porque yo leía mucho a ‘Racso’ en esa época. Y después está Tomás Unger; soy amigo de él y no lo veo hace más de un año; su modo de inscribir me inspiró”.
- “Llegué al grado de contralmirante y al año pedí mi baja. Salí en el 89. Y empecé a trabajar en otras instituciones y seguía enseñando. No sé si viviré hasta los 120 años (ríe), pero si llego que sea con todas mis facultades, que no sea una carga para mi familia y que sea útil”.
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