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Giselle Robles Huanhuayo: “Pareciera que los niños entienden mejor que los adultos”
En la pandemia por el coronavirus, maestras como Giselle Robles han tenido que adaptar su trabajo para poder dar clases virtuales a sus alumnos.
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Giselle nació en Junín, pero su vocación de maestra la ha llevado a vivir en costa, sierra y selva. Empezó a sentir que lo suyo era la docencia cuando se convirtió en catequista, en una iglesia de Huancayo. “Después de la misa me gustaba ir a dar clases a niños, a cantar con ellos”, recuerda.
Por esos años, Giselle ansiaba ser misionera y viajar para enseñar la Biblia. Cuando cumplió 17 y estaba en Satipo, un grupo de monjas la invitaron a viajar a Lima junto a otras siete chicas para recibir clases de teología y doctrina. Luego la invitaron a ir a Huaraz, donde vivió otra temporada con unas monjas y siendo catequista. Cuando volvió a Lima, empezó a trabajar en guarderías, pero sentía que necesitaba saber más para poder ayudar al aprendizaje de los niños. Su madre le sugirió que estudiara en una universidad para que esté más preparada y tenga mejores oportunidades de trabajo, pero el camino no iba a ser fácil, pues a la par tenía que trabajar en una textilería en Gamarra y cuidar a su bebé.
Sin embargo, nada de eso fue impedimento para que lograra su objetivo. Cuando cumplió 25 años, culminó su carrera y empezó a trabajar en un Programa no Escolarizado de Educación Inicial (Pronoei). Desde hace cinco años, trabaja en el nivel inicial del colegio Pedro Abraham Valdelomar, ubicado en el asentamiento humano Armando Villanueva, en el distrito de Los Olivos. Y desde que empezó la cuarentena por el coronavirus, ha tenido que acondicionar su casa para poder dar clases virtuales a sus 50 alumnitos de 4 y 5 años a través de videollamadas, WhatsApp y por llamadas. Miles de maestras y maestros del sector público como Giselle están haciendo este gran esfuerzo para adaptar sus clases para que los estudiantes puedan continuar con su aprendizaje. Millones de gracias a todos los profesores del Perú que no han parado de trabajar.
¿Por qué decidió especializarse en la educación inicial?
Porque me gusta la sencillez del niño. Ellos están siempre a la expectativa de aprender, con ganas de saber más. Son como una esponjita. Yo siento que soy un instrumento para que ellos puedan ir aprendiendo día a día. Me gusta cantarles y que al día siguiente ellos continúen recordando la melodía, la lleven a casa.
¿Cómo ha sido el cambio de enseñanza ahora que no pueden ir a las aulas?
La situación que está ocurriendo es un gran reto para todos los maestros. Estábamos acostumbrados a recibir a nuestros niños con los brazos abiertos, las maestras de nivel inicial somos muy afectivas y los chicos aprecian eso. De repente no tienen un abrazo en casa y, cuando llegan al aula, nosotras estamos dándoles mucho cariño. Pero ahora, con la cuarentena, ha sido un desafío muy grande.
¿Cómo está dando las clases ahora?
He creado un grupo de WhatsApp, hago videollamadas y llamadas a los chicos. Tengo que estar pendiente de sus trabajitos, tenemos stickers virtuales. Les envío videos de las sesiones diarias, siempre recordándoles los valores que tenemos en el aula. Ha sido bien complicado, pero todos los maestros estamos trabajando para llegar a nuestros chicos.
¿A cuántos niños tiene a cargo?
A 50 niños porque estoy trabajando con dos aulas: en el turno mañana, con el aula Ositos; y en el turno tarde, con el aula Hormiguitas. Lo que pasó fue que hasta la fecha en que suspendieron las clases no habían adjudicado una maestra para la tarde. Entonces, nosotros tenemos la obligación de que los estudiantes reciban clases. Y yo dije: bienvenidos.
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Con los niños de inicial el trabajo conlleva más interacción física. ¿Qué está haciendo en estas circunstancias?
Se está trabajando mucho con la ayuda de los padres. Yo hago tres videos al día. El primero está dirigido a los padres, donde explico cómo va a ser la sesión del día de acuerdo a lo que plantean en el programa Yo Aprendo en Casa. En el segundo video les hablo a los chicos, por ejemplo, de los peces y sus papás tienen que entregarles hojitas con dibujos de peces. En el tercer video es la fase de metacognición y les pregunto a los niños qué han hecho con los peces, de qué manera podemos agruparlos. Los padres ahora son nuestra mano derecha porque nos ayudan a preparar material. Ya no trabajamos de 8 a 1 de la tarde, sino hasta las 4 o 6 de la tarde, cuando los papás nos envían las tareas hechas de los niños.
O sea, su herramienta básica de trabajo es el WhatsApp.
Sí, pero tengo cuatro niños que no cuentan con WhatsApp. Entonces, tengo que llamarlos. Aunque no los puedo ver, les explico. Previamente hemos hecho un diagnóstico de cuántos niños van a trabajar con la tele, cuántos con la radio y qué niños no cuentan con esos recursos. A estos últimos tengo que llamarlos porque no cuentan con ningún otro medio.
¿Tiene que llamar a los 50 niños?
Al día no puedo llamarlos a todos, tengo grupos de 13 o 14 por día. El trabajo de los maestros empieza cuando canta el gallo y termina al anochecer. Tenemos que mandar fichas de seguimiento a la directora. Es un trabajo cansado, pero nuestro objetivo es que nuestros niños no dejen de estudiar.
¿Cómo están asimilando los alumnos esta situación de tener que estar encerrados?
Pareciera que los niños entienden mejor que los adultos. Ellos me dicen que no pueden salir porque afuera está la Policía porque nos están cuidando. Si nos enfermamos, no tenemos adónde ir. Esa es la respuesta de mis niños. Otra alumnita me dijo que ella no podía salir porque, si no, se iba a enfermar. A ellos se les ha explicado en la primera clase sobre el coronavirus y que se tienen que lavar las manos. La mayoría se está adaptando a estos cambios.
¿Se le ha complicado tener que usar la tecnología?
No, porque yo estuve en un curso para profesores en el que nos enseñaron varias herramientas. Es importante que los maestros tengan estas competencias.
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