Sentí que muchas veces nosotros nos protegemos tanto que nos convertimos en seres humanos de plástico, y los hombres de plástico son incapaces de sentir y hacer sentir. Lo que me encantó es que el personaje vuelve a su esencia. Hay una lucha innata en todo ser humano de querer sanar, de querer sentir, de querer ser animal al fin y al cabo. Para mí, es una historia de un hijo pudiendo abrazar a su padre, alguien que necesita abrazarse, que necesita perdonar, perdonarse para poder ser. Uno tiene que aceptar de dónde viene, porque uno es su padre y uno es su madre. Y para poder ser único, primero hay que aceptar. A la vez, creo que la crítica va, efectivamente, hacia lo que es la televisión que va a mil por hora, donde hay un momento en el que hay una fórmula que se sabe y se comienza a usar muchísimo sin importar que puede estar haciendo daño, que no estás dando nada bueno al televidente, todo por rating y por dinero.