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Carlos Mateo Balmelli: “Es posible que nuevos actos de barbarie se instalen”
Carlos Mateo Balmelli: “Es posible que nuevos actos de barbarie se instalen”
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Nadie querría ponerse en los zapatos de un militar nazi, ni mucho menos apropiarse de la mirada cruel, racista y perversa que sostuvo la ideología nacionalsocialista, embanderada por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Carlos Mateo Balmelli realiza este ejercicio literario para adentrarse en el pensamiento y en el corazón de un personaje alemán que luchó en esa guerra y, una vez derrotado, viajó a Sudamérica, donde encuentra el amor y, acaso, una esperanza de redención. En su libro El andar del lobo (Penguin Random House), Carlos explora las contradicciones que pueden convivir dentro del alma de las personas en situaciones tan extremas como una guerra. Describe la barbarie a la que puede llegar la humanidad y, al mismo tiempo, advierte cómo funciona esa lógica violenta de los grupos extremistas. Carlos construye un personaje tan duro como profundo en sus reflexiones, que puede llegar a incomodar, pero que demuestra cuáles son esas grietas de los individuos que nos pueden volver parte de una maquinaria de violencia, intolerancia y odio.
¿Cómo empiezas a idear este nuevo libro?
Fue una idea que venía incubando desde la niñez. Un tío mío era alemán, combatió en la Segunda Guerra Mundial, estuvo en el frente de la Unión Soviética… Desde que yo era muy pequeño, fui poseído por una curiosidad precoz, me interesaba mucho el tema de la guerra. Cuando crecí, supe que la presencia del nacionalsocialista ejército alemán y la Unión Soviética era cruenta, salvaje y me costaba mucho entender cómo un hombre como mi tío, que era muy dulce y muy tierno, pudo haber estado participando en esta guerra.
Debió ser impactante.
Sí y, además, él fue como voluntario a la Unión Soviética, tenía 18 o 19 años. Por eso, me pregunto cómo es posible que en el corazón humano haya sitio para sentimientos tan encontrados como el odio y el amor. El protagonista está inspirado en una persona que existió, el Wolfgang que yo conocí fue un soldado raso, no era un alto jerarca como el del libro. Fue ese el germen de la novela. Además, yo estudié en Alemania y tuve la posibilidad de gozar de su vasta cultura y de conocer cómo una sociedad que ha tenido tanto esplendor, tanto brillo, pudo haber parido un régimen político tan perverso como el nacionalsocialismo.
¿Si bien se ha escrito mucho sobre este tema, qué hace distinta tu novela?
La peculiaridad de este libro es que yo le doy voz a un nacionalsocialista que no está arrepentido. Lo que él trata es explicar por qué el nacionalsocialismo llegó al poder, por qué tenía esa ideología perversa y por qué la llevó a la práctica.
¿Y a qué conclusión llegas?
El libro no tiene ninguna otra pretensión más que la de ser una obra literaria. Lo que sí describe es la complejidad de los fenómenos humanos, de la psicología humana, la contradicción de los procesos históricos, de las decisiones que muchas veces se toman como correctas, aunque no lo son. La novela demuestra la ambigüedad del alma humana, de la política y la idea de que siempre estamos ante la posibilidad de que nuevos actos de barbarie se instalen en la convivencia.
Wolfgang llega a un punto de quiebre cuando llega a amar. ¿Cuál crees que es el peso del amor en la vida humana?
El amor tiene un impacto que cambia a Wolfgang, le provoca arrepentimiento de su vida como militar, pues, al perder a su mujer, recuerda la matanza de las fosas comunes. Ahora, la intensidad del amor depende de cada persona, es algo muy subjetivo como el miedo, la amenaza, la soledad y la incertidumbre. No creo que todos los seres humanos tengamos la misma capacidad de amar ni la misma capacidad de odiar. Cada persona es un mundo aparte.
Al contrario de lo que pretenden los nacionalsocialistas.
Los nazis creían que ellos eran todos iguales. En el libro reflejo esa homogeneidad social, la supresión de lo individual. Wolfgang vuelve a encontrar su individualidad cuando se enamora; antes era parte de un colectivo, de una maquinaria asesina. Cuando él forma parte de las altas jerarquías nazis, no existe como un individuo, es parte de una cadena de órdenes, es el führer, es Alemania.
¿Crees que hay redención para personas como Wolfgang?
Él nunca buscó la redención; lo que ocurre es que, cuando conoce a esta mujer y se enamora, tiene otra vida. No estaba arrepentido de lo que hicieron, buscaba cambiar pero porque habían perdido la guerra, no había la posibilidad de reconstruir Alemania con la Unión Soviética, USA se había convertido en la potencia mundial. Wolfgang estuvo convencido de que obró bien. Hay una rendija de arrepentimiento con Casimira cuando se enamora, él siente como un castigo su pérdida por los crímenes que cometió.
¿La polarización política que ahora estalla en las redes sociales y en las calles tiene alguna semejanza con el escenario de la Segunda Guerra Mundial?
Wolfgang cree que la realidad es siempre la misma, que la Historia no es un devenir de una etapa inferior hacia una etapa superior, él cree que es la misma, que se repite aunque se exprese de manera diferente. Lo que varía es el relato, cómo se describe la realidad. Bajo esa lógica, van a seguir cometiéndose atrocidades y brutalidades entre los seres humanos. De hecho, ahora estamos viendo la invasión de Rusia a Ucrania, después de la Segunda Guerra Mundial tuvimos la colonización, Vietnam, en Perú estuvo Sendero Luminoso.
AUTOFICHA
- “Soy Carlos Mateo Balmelli, nací en Asunción, en Paraguay, en 1961. Egresé de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, y cursé estudios de Derecho Público, Ciencias Políticas y Romanística en Alemania, entre 1986 y 1991".
- “Cuando escribo, busco entretener, pero también emocionar y hacer reflexionar. Quiero que las personas que me leen piensen, que se pregunten por qué existe el mal, por qué los personajes toman una decisión. Busco las palabras precisas que expresen lo que quiero decir”.
- “Hay lectores que me dijeron que no podían seguir el libro porque les pareció repugnante el personaje, hay otros a los que Wolfgang les pareció sumamente interesante. Lo que yo quiero, al final, es la profundización del pensamiento, no escribo solo para que la gente evada sino para mover a mis lectores”.
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