Aldo Miyashiro. Actor y conductor de TV. (Renzo Salazar)
Aldo Miyashiro. Actor y conductor de TV. (Renzo Salazar)

No terminó ninguna carrera profesional, de las cuatro que persiguió. Aunque aprendió en cada paso dado. Pero las bases de su formación se cimentaron antes. A los cinco años, por primera vez subió las escaleras del Estadio Nacional, de la mano de su padre, y se deslumbró con el color del campo de fútbol. Así nació su pasión por ese deporte. En la adolescencia, gracias a la biblioteca de su casa, descubrió a Ribeyro y Arguedas, y desde entonces quería contar historias. Hoy, es director de , teatro y televisión; dramaturgo, actor y conductor de TV. Y le da gracias a su padre por esos primeros años y a su madre, porque puso a prueba su vocación.

Algunos se preguntan cómo Aldo Miyashiro puede publicar dos películas, casi al mismo tiempo, totalmente opuestas en lenguajes, contenido y hasta quizá públicos, como Once Machos y Sangra. Grita. Late! Y que tal vez reciban dos críticas diferentes.
(Risas). ¡Ojalá!

¿Cómo habitan esos mundos?
Sangra. Grita. Late! es más personal, aborda temas que me preocupan; y Once Machos es una cinta comercial que requiere tener un público grande para que permita hacer filmes como Sangra. Grita. Late! Las dos han salido casi juntas y no es casualidad. Sangra… es un apéndice del presupuesto de Once Machos. Hemos compartido utilería y equipo. Las hemos grabado casi juntas. Trato de hacer lo que me provoca.

El “ojalá” de tu primera respuesta llama a preguntarte sobre la dura crítica a Once Machos.
Los críticos son importantes, cumplen una labor. Todos me han pegado y si veo Once Machos, yo también me pegaría. Pero los leo, con algunos discrepo y me sirve para la otra película. Estoy seguro de que Once Machos 2 será muy superior, y porque leí las críticas.

En Sangra. Grita. Late!, que se estrena el 16 de agosto, hay tres historias. En Sangra se aborda el bullying. ¿Cómo te ha afectado ese tema?
Así no lo queramos reconocer, todos en algún momento hemos sido agredidos o agresores.

¿Qué te tocó a ti?
Me arrepiento de haber sido, a veces, un agresor. No hice nada muy grave, pero me arrepiento de no haber sido más valiente para decir: “No hagas eso”. En mi época, el colegio era un espacio cruel, donde tenías que defenderte o atacar. Una escena que recuerdo, y que está en la película, es cuando entré al salón de clases y le estaban haciendo un apanado a un chico, pero con compases. Una imagen durísima.

¿Ahora el bullying está en las redes sociales?
Las redes sociales son un espectro donde reina la cobardía.

La otra historia es Grita, que trata sobre el valor de la vida.
Nadie se preocupa por el otro y creo que cada vez es peor. Nadie sabe quién es su vecino. Nos estamos deshumanizando. Y entonces, como nadie nos importa, queman a una mujer en un bus o un chico mata por S/400. Lo peor es que todos nos damos cuenta.

¿Y tú qué haces para que eso sea diferente?
Para lo que hago no llevo cámaras. Pero hay un proyecto en Pachacútec, donde hemos instalado una especie de taller de teatro y hoy, cuatro años después, es autogestionario.

Y Late! lo conecté con el reciente ataque a una clínica local por parte de familiares indignados. ¿Qué te indigna?
Que una mujer sea violada y que haya un juez que esté buscando una forma de que el violador salga libre. Me indigna que, como lo cuenta Late!, seamos privilegiados unos pocos y el resto no. Una chica necesita un trasplante de corazón y el mismo sistema no lo permite, y tienes al padre desesperado tratando de que su hija no se muera. De eso va esa historia.

Sangra. Grita. Late! está en el Festival de Cine de Lima, en la edición con más películas peruanas. ¿Eso es signo de qué?
Hay un quiebre con Asu Mare. Llevó tres millones de personas al cine, que disfrutaron, celebraron y se preguntaron por qué no ver cine peruano. A partir de eso, la gente comienza a ver primero el cine comercial, y luego el de autor. Ya no ocurre que a las películas de autor no las ve nadie. Se quedan hasta cuatro semanas. A La casa rosada y Wiñaypacha les fue bien. El abuelo está en su tercera semana. Antes de Asu Mare, se estrenaban dos películas peruanas al año.

¿Contar historias se parece en algo al fútbol?
Cuando recién comenzaba a actuar en teatro, sentía que estaba entrando a jugar un partido de fútbol. El estreno de Un misterio, una pasión fue casi un partido.

El psicoanalista Julio Hevia alguna vez me dijo que en la cancha de fútbol están todas las relaciones de poder.
En Un misterio, una pasión, Misterio dice eso: en el fútbol están todos, los fríos, los oportunistas, los inteligentes. Cuando uno ve jugar fútbol a un seleccionado, entiende cómo es ese país.

Gareca y Oviedo se quedan. ¿Qué sensación te deja eso?
Bien por Gareca. Lo de Oviedo me da pena, porque te hace pensar que nunca vamos a estar bien.

¿Oviedo debe renunciar?
Si yo fuera Oviedo, diría: “Muchachos, un ratito voy a ir a demostrar mi inocencia y regreso”.

Tu padre te llevó al fútbol y tu madre cuestionó, de alguna forma, la decisión de dedicarte al teatro. Hoy, ¿el final es feliz?
Mi papá falleció cuando yo tenía 13 años. Mi mamá me dijo un día: “Si vas a ser actor, no cuentes conmigo”. Me fui de mi casa. Años después, le dije: “¿Te acuerdas cuando te molestaba que haga todo esto de actuar?”. Me respondió: “¿Cuándo me molestó?”. Insistí: “Pero, mamá, casi me botaste de la casa” (risas). “No te voy a permitir eso”, replicó y se fue (risas). Hoy mi mamá sabe cuándo son los avant premieres y esta entrevista la va a tener de todas maneras. Se alegra de que, al final, las cosas hayan salido medianamente bien.

AUTOFICHA

- “Nací en 1976, tengo 42 años. Estudié en el colegio Champagnat. Entré a la Católica a estudiar Derecho, luego me cambié a Literatura, no terminé porque me fui a la ‘trica’ con Matemática. La verdad es que nunca iba a la universidad, esos años fueron full juerga y póker. Pero nunca leí más que en esa época”.

- “Luego entré a estudiar periodismo a la Bausate y Meza. No lo acabé porque el gran profesor Alberto Villagómez me dijo: ‘Vete de acá, tú tienes que ser actor’. Le hice caso. Pasé a la Escuela de Arte Dramático y tampoco acabé. Pero si juntas todo, hice una carrera (risas)”.

- “En la Ensad no acabé porque comencé a trabajar y era incompatible en horarios. Y me di cuenta de que la única forma de hacer lo que quería, era realizando mis proyectos. Así me volví productor, director, etc. Creo que en mi siguiente película tendré el tiempo, pulso y ganas para hacer la cinta que quiero hacer”.