Susana Baca ganó su tercer Grammy hace una semana.
Susana Baca ganó su tercer Grammy hace una semana.

Cuando ganó su primer estaba en Boston, a unos minutos de salir al escenario. Era la gira del disco Eco de sombras. Una amiga la llamó y le dijo: “Acabo de escuchar en la radio que te has ganado el Grammy, Susanita”. Colgó y empezaron las llamadas telefónicas, las entrevistas. Una de las llamadas era del presidente de la República de entonces. Era el primer Grammy que ganaba el Perú. Cuando por fin salió a cantar, el público ya sabía de la buena nueva y la recibió entre aplausos.

Hace una semana ganó su tercer Grammy. Estaba en Cañete. Acompañada de su familia, amigos y mascotas. Lejos de los escenarios, en el reducto donde grabó A capella, el disco que mágicamente le trajo este reconocimiento, el álbum que sin pandemia quizás no habría publicado. Y otra vez las entrevistas. Luego de dos intentos fallidos, porque su agenda se complicó, ingresó mi llamada y me dijo: “ya hablé con ellos, ahora sí”, con su voz delgada, fina, amable y reposada, como si por fin tomara asiento.

-Así es cuando se gana un Grammy, Susana.

(Ríe a carcajadas, que en ella suenan tímidas). Recuerdo que el primer Grammy que gané casi me vuelve loca, me entrevistaban varias veces de un mismo canal. La persona que trabajaba conmigo me decía: “pobre de ti que te vuelvas a ganar otro Grammy” (ríe otra vez a carcajadas).

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-Y ese primer Grammy fue hace 19 años. Cuando el Perú empezaba a recuperarse de otro tiempo de crisis. Obtener triunfos en momentos difíciles son como bálsamos.

¡Claro! ¿Pero tú crees que de esta pandemia podremos salir rápidamente? No creo. Ni con vacuna estamos seguros.

-¿Ya se adaptó a la nueva normalidad?

Aún me cuesta. Para nosotros los músicos esto de hacer conciertos para un público que no está es difícil. La vez pasada me invitaron para la serenata a Chabuca Granda. Fue una invitación muy bonita. Pero el Teatro Municipal estaba vacío. Yo cantaba y tenía una sensación horrible. Canté frente a tres jóvenes que estaban detrás de las cámaras. Y no reaccionaban a la canción. Empecé a sentir tristeza. Nunca había cantado para tres personas. Es una situación extrañísima. Ni un medio aplauso, en completa soledad.

-Paradójicamente, A capella tiene un poco ese espíritu de soledad: usted y el micrófono, sin músicos.

Sí, claro. Pero cerraba los ojos y veía a mis amigos en mi imaginación.

-¿En ese concierto en el Teatro Municipal no intentó cerrar los ojos e imaginarse a los amigos?

Allí me sentí rara. Creo que no logré remontar el hecho de que estaba sola. Rodeada de músicos, pero no había público. Era mi primer concierto desde que empezó la pandemia.

-¿Cómo fue aquel concierto luego de ganar su primer Grammy?

La sala de conciertos estaba llena.

-¿Era para público peruano?

Era para público norteamericano. Los latinos sí iban a mis conciertos, pero los peruanos no. Los peruanos eran llevados por norteamericanos que iban a verme y les decían: “está cantando una compatriota tuya, Susana Baca”. Los peruanos no me conocían (ríe). “Ven para que escuches a tu paisana”, les decían.

-¿Por qué pasa eso, Susana?

Debería ser al revés. Hemos tenido muchas épocas en que el peruano ha estado mirando afuera. Todo lo que pasaba fuera del Perú, era mejor de lo que pasaba en el Perú.

-¿Y hoy es diferente?

Nos vamos curando de eso.

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-¿El segundo Grammy cómo lo vivió?

Fue en 2011 en la colaboración con Calle 13, en la canción “Latinoamérica”. Cuando se anunció estaba en Washington. Era ministra de Cultura y había viajado por la reunión de la OEA. Me enteré en la casa de unos amigos. Estábamos charlando y en eso me dicen: “Susanita, te has ganado un Grammy”. He tenido cuatro nominaciones y tres Grammy.

-¿Y alguna vez fue a los Grammy?

En la primera nominación, la que no ganamos.

-Entonces, la cábala es no ir a las presentaciones.

(Risas). Fue cuando entraba a EE.UU., con el sello de David Byrne.

-Es consciente de que hoy, dos décadas después, es la cantante peruana más internacional.

He tenido la virtud de llevar la música nuestra y la poesía a escenarios muy importantes del mundo.

-A capella nació del miedo y la tristeza. ¿Hoy sigue triste?

Los sucesos de las semanas pasadas nos han dejado una mezcla de esperanza y de una profunda tristeza. Dos jóvenes han sido asesinados por haber salido a marchar. Y hay algunos heridos, que fueron atacados. Eso se tiene que investigar y que salga la verdad.

-¿Hoy qué le da miedo?

Me da miedo que no elijamos bien en las elecciones de abril. Elijamos un Congreso que valga la pena, que nos represente. Que desaparezcan esos políticos horribles que mienten. Una época horrible fueron los audios de la vergüenza, donde ciertos partidos defendían a esos corruptos. Son los momentos en los que me dan ganas de incendiar las cosas.

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-En una entrevista anterior me dijo que agradece estar viva para seguir pensando en el país que quiere. Pero olvidé preguntarle qué país quiere.

Un país sin racismo, sin corrupción, donde seamos más solidarios. Un país lleno de música, donde la gente baile mucho.

-¿Veremos ese país?

Estoy esperanzada, pese a que el tiempo pasa y hay huellas de ese tiempo y dices: “me estoy acercando al momento de decir adiós”. Pero no quiero pensar en eso. Aún tengo que fastidiar un poco más en este mundo. (Se queda en silencio y cambia de tema). Se está ocultando el sol, qué bonito.

AUTOFICHA:

- “Tengo 76 años, aunque me siento de 50. Pero ya hay dolor en las piernas y debo cuidarme. Eso sí, tengo que salir más seguido porque estamos ensayando pues pronto tendré un concierto por streaming, creo que será antes de la Navidad o tal vez para enero”.

- “Hay muchos proyectos, muchas cosas, hay que continuar nomás. En esta pandemia ensayo, escojo canciones, trabajo con un alumno que tengo acá (Cañete), voy a Lima, ensayo con los músicos. Me doy un tiempito para cocinar. Y cuido a mi perros, que son tres”.

- “En Londres tengo un disco por salir, un disco bien sentido, con músicos invitados, con jóvenes cantantes. Tiene música peruana y latinoamericana. Las letras tienen una claridad y una fuerza especiales. Ha sido producido musicalmente por Michael League, el director del grupo Snarky Puppy”.

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