PUBLICIDAD
Fanny Cornejo, ganadora del premio mundial de conservación: “la ciencia en el Perú es ingrata”
Imagen
Fecha Actualización
Fanny Cornejo comenzaba recién sus estudios en la universidad cuando tuvo su primer encuentro con un primate bebé rescatado de las garras del tráfico de animales silvestres. Como estaba realizando su voluntariado en un zoológico de Lima, decidió cuidarlo personalmente. Así comenzó su vinculación con la especie a la que después, en el curso de su carrera, le dedicaría casi todos sus esfuerzos.
Y resulta que, a la vuelta de los años, esta dedicación le valió para ser reconocida internacionalmente al ganar el Emerging Conservationist Award presentado por Indianápolis Prize,tras su investigación y trabajo en defensa de la conservación de la especie peruana del mono choro de cola amarilla, especie endémica del Perú hoy en peligro de extinción.
Este galardón, también conocido como el ‘Premio Nobel’ de la conservación animal, no solo evidenció, una problemática con la fauna silvestre de la región: también abrió la oportunidad de conocer de cerca la labor de una mujer de ciencia en el país.
Como ganadora del premio, Cornejo recibirá 50,000 dólares para continuar las iniciativas de conservación y desarrollo sostenible de la organización Yunkawasi, en favor de la protección de especies de primates amenazados del Perú y de las comunidades aliadas que apoyan su conservación.
“Yo no tenía idea que había monos”
En los años noventa, Fanny quería ser genetista porque “estaba de moda”, y así fue que decidió estudiar biología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “Al haber elegido biología que es una carrera, y sobre todo en esos tiempos, no tan atractiva. Mi familia, mi mamá sobre todo, me insistió mucho a que explorara qué iba a ser yo como bióloga en la vida”, nos cuenta.
Según datos de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) hasta el 2019, la participación de las mujeres en disciplinas STEM solo representaba el 30.3 % del total de estudiantes de universidades matriculados en dichas áreas.
Fue en las aulas sanmarquinas que descubriría la biodiversidad del país y nacería su curiosidad por los monos. “Ni bien entré a la universidad trabajé como voluntaria en el Parque de las Leyendas para tener una idea de lo que iba a hacer cuando me graduara. Ahí tuve mi primera experiencia cuidando un primate bebé, era un mono aullador rojo que había sido rescatada del tráfico de fauna silvestre”.
“Yo no tenía idea que había monos y que, sobre todo, el Perú era uno de los países con mayor diversidad de primates”, revela la bióloga.
Imagen
Nuestra premiada investigadora tiene 39 años y recuerda, con nostalgia, la lista que escribió a los 17 años sobre lo que quería hacer cuando fuera grande: “sería lindo poder contarle a mi yo del pasado que sí me fui a la selva, sí hice investigación por todos lados... como lo había soñado”.
La casa de la selva
Cornejo es modesta con los cumplidos y reconoce que su trabajo tuvo gran alcance gracias al apoyo de sus padres, sobre todo el de su madre, Fanny Fernández Melo. “Nunca me han puesto barreras y yo creo que por eso crecí con mucha libertad mental como para soñar y creer que podía lograr todo”, menciona.
Es así que, durante los últimos 15 años, Fanny ha dedicado su vida profesional a la conservación e investigación de monos choros de cola amarilla a través de Yunkawasi (La Casa de la Selva, en quechua), una ONG de conservación que fundó junto a su mamá.
Imagen
Esta institución trabaja con comunidades amazónicas y andinas para la conservación de especies amenazadas a través del desarrollo económico sostenible, la educación y un enfoque de gestión de áreas protegidas. “Fundamos Yunkawasi porque ambas teníamos el sueño de trabajar en el campo”, señala.
“Mi mamá era una persona que tenía mucha sensibilidad por todo y tenía una relación muy cercana con la naturaleza. Yo como científica soy más directa con en esas cosas. Ella siempre me decía que hay que pedir a la naturaleza para entrar”, recuerda Fanny las enseñanzas de su madre, quien murió hace casi siete años a vísperas de Navidad en 2015.
Su madre no solo se volvió un ejemplo para ella, pues su asesora de doctorado en la Universidad de Stony Brook, Nueva York, es actualmente nada menos que Patricia Wright, la primera mujer en ganar el premio Indianapolize en el 2014 por su labor en la conservación del lémur dorado de bambú en Madagascar: “tengo la enorme fortuna de que ella sea una de mis mentoras y mi asesora de doctorado”
Imagen
“Modestia tóxica”
A pesar de que Fanny Cornejo acumula ya una serie de reconocimientos poco conocidos por los peruanos, como la Medalla de Honor de la Orden del Mérito a las mujeres peruanas otorgado por el Ministerio de Mujeres y Pueblos Vulnerables del Gobierno en 2014 o el Sabin para la Conservación de los Primates de la Sabin Family Foundation y Conservación Internacional (fue la primera mujer investigadora en ganarlo) tiene también el orgullo de haber trabajado junto al Ministerio del Ambiente y el Banco Central del Perú para crear la moneda de 1 sol inspirada en una fotografía que ella tomó del mono choro de cola amarilla.
Imagen
“Todos los que realizamos trabajo académico sabemos que el nivel de exigencia es tan alto que uno vive buscando el perfeccionismo. A veces terminamos con una modestia tóxica... yo, por ejemplo, llego a no creerme lo que la gente me dice, porque cuando escucho ‘tú eres una héroe’ o ‘eres una inspiración’... me agarra la inseguridad”, relata casi sonrojándose.
“Pero también lo tomo como una enorme responsabilidad, y voy a hacer todo lo posible para estar a la altura de todas esas personas que me ven como un ejemplo a seguir”, agrega.
A pesar de que su labor en la investigación y conservación le han regalado los mejores momentos en su carrera profesional, también reconoce que es complicado hacer ciencia en el Perú y vivir de ella. La brecha es todavía más marcada entre científicos de alto nivel: las mujeres reciben menos fondos para investigación que los hombres, tienen menos oportunidades de promoción y una tasa más alta de abandono en la comunidad investigadora, según el Informe sobre la Ciencia de la Unesco (2021).
Imagen
“Las personas que hacemos ciencia en el Perú lo hacemos por convicción y compromiso, no es porque vaya a ser una carrera rentable o uno aspire a cambiar la situación económica de su familia siendo biólogo. Yo con mucha pena he estudiado con docentes muy inspiradores que cuando fallecieron tuvieron que ser velados con recursos muy modestos, pese a haber contribuido de forma impresionante a la ciencia en el país. Es muy triste, pero la ciencia en el Perú es ingrata, no s epuede negar eso”.
A pesar de ello, la científica reconoce los avances de la ciencia e investigación en el Perú. “En el campo, las cosas van cambiando porque Concytec ahora da mayor financiamiento a la ciencia”, manifiesta, aunque no a la velocidad que se esperaría. “Con el tipo de país que somos, con la riqueza natural que tenemos, ese aumento de inversión, no obstante, sigue siendo insuficiente”.
“Yo debía cargar mi mochila porque no debía mostrar debilidad”
La bióloga reconoce que la participación de la mujer en la ciencia avanza también gracias a esa mayor atención que le está dando el Concytec al tema, a diferencia de cuando ella empezó, hace menos de 20 años.
Fanny recuerda que sus primeros trabajos de campo fueron muy difíciles para ella porque tenía que luchar con los estigmas de ser mujer en una comunidad científica mayoritariamente masculina. “Al inicio de mi carrera trabajaba el doble de fuerte que un hombre, para poder ser respetada como cualquiera de mis pares masculinos. No permitía que me prestaran caballos para movilizarme en el campo o me cargaran las cosas... y por eso hasta me dañé la espalda”, cuenta con ironía.
“Yo debía cargar mi mochila porque no quería mostrar debilidad y te aseguro que hay muchas mujeres científicas que han pasado por lo mismo”, menciona.
Incluso, recuerda que tuvo que fortalecer su carácter a muy corta edad para lograr ser tomada en serio. “La Fanny de veintitantos años hablaba y se vestía muy sobriamente, no podía dar ni 10 centímetros de confianza a nadie o aceptar que le hicieran una bromita. Porque no quería que pensaran que estaba coqueteando o asumieran que su sonrisa era una invitación... Además de que, al ser mujer, inevitablemente lo relacionarían con inexperiencia o una posible falta de capacidad. La Fanny de 20 años vivía, pues, muy atormentada”.
Imagen
Pese a ello, logró sobresalir y pasar esos momentos incómodos que le tocaron al ejercer su carrera; sin embargo, no todas las investigadoras peruanas han tenido esa misma suerte: “Muchas mujeres no resisten un mundo así y se van, se terminan quitando de este camino y por eso perdemos cerebros y contribuciones valiosísimas, simplemente porque no había una ruta viable que les permitiera seguir con su carrera”.
A pesar de verse como una mujer fuerte, un gran miedo la persigue: “Terminar siendo testigo de la extinción del mono choro de cola amarilla, es algo que me tortura desde que conocí la especie en 2007".
Imagen
Campaña ‘Achórate por el mono de cola amarilla’
Aprovechando la noticia de su premio internacional, Fanny, junto con instituciones y otros aliados como Sernanp, Serfor, el Minam, Profonanpe y el Museo de Historia Natural de la UNMSM, inician esta semana una campaña de posicionamiento del Mono Choro de Cola Amarilla que se realizará hasta el 31 de julio. (Si deseas ser parte de esta inciativa ingresa aquí).
“El mono choro de cola amarilla es un primate único que es tan peruano como el ceviche y el pisco. Si hay una especie que cada peruano debe conocer es esta. Más allá de que su imagen —con el de otras especies de animales nativos— se encuentra en las moneda de 1 sol”, recalca Fanny.
“Tenemos un mono que está en nuestra moneda nacional y a pesar de ello su especie se encuentra en peligro de extinción, pues ha perdido más del 80% de hábitat”.
Como se sabe, el mono choro de cola amarilla es un primate cuyo habitat es en los Andes Tropicales del Perú, es el más grande que tenemos, pues llega a pesar hasta 10 kilos. Suele vivir a una altitud entre los 1,000 y 2,800 metros sobre el nivel del mar. Por ello, también se le conoce también como el mono de las nubes.
Sus poblaciones más numerosas se ubican en las regiones de San Martín y Amazonas. Existen también grupos pequeños en Huánuco, Junín, Loreto y La Libertad.
Finalmente, Rob Shumaker, presidente y director ejecutivo de la Sociedad Zoológica de Indianápolis señala que “Fanny lidera la próxima generación de conservacionistas para proteger la naturaleza e inspirar a las personas a cuidar nuestro mundo. La profundidad de sus logros, la diferencia con los otros nominados... todo es muy meritorio en su trabajo. No puedo esperar a ver el impacto de su carrera en la conservación”.
Mujeres científicas del Perú
La incorporación de las mujeres a la ciencia no ha seguido un camino fácil. Durante mucho tiempo se les negó el acceso a la educación y anteriormente era mal visto que estudiaran una carrera profesional. Hoy en día estas barreras están desapareciendo, pero aún falta mucho para lograr un avance equitativo entre mujeres y hombres.
Ante este contexto, enumeramos a algunas mujeres peruanas que han incursionado en estas áreas del conocimiento. Sus historias pueden ser inspiradoras, para que más niñas y adolescentes sepan que cuentan con las capacidades para desempeñarse en estos rubros. Así como Fanny Cornejo, existen otras impulsoras de la investigación y la ciencia en el Perú.
Laura Esther Rodríguez Dulanto (1872-1919) fue la primera médica en el Perú. La doctora Rodríguez desafió los prejuicios de su época y siguió su vocación: la medicina, pese a que en esos tiempo no había estudios secundarios ni universitarios para las mujeres en el Perú. De acuerdo con El País, de España, Laura ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde obtuvo el título en Medicina Quirúrgica en el año 1900. Luego, se especializó en ginecología, ejerció la docencia, investigó la tuberculosis y, durante el conflicto limítrofe entre el Perú y Ecuador de 1910, fundó la Unión Patriótica de Señoras.
María Luisa Aguilar Hurtado (1938-2015)es reconocida por ser primera astrónoma del Perú. Aguilar formó académicamente al primer grupo de astrónomos profesionales peruanos al introducir el estudio de estas ciencias en las universidades locales. Fundó además el Seminario Permanente de Astronomía y Ciencias Espaciales en la Facultad de Ciencias Físicas de la UNMSM. En sus propias palabras, “quería estudiar astronomía porque deseaba trabajar en algo que me diera libertad. Así, la astronomía fue mi vínculo con la sociedad de mi época”.
Rebeca Carrión Cachot (1907-1960) es la primera arqueóloga peruana que inició su trabajo arqueológico al lado de Julio C. Tello, y posteriormente desarrolló diversas investigaciones sobre las sociedades prehispánicas. Destacan sus obras ‘El culto al agua en el antiguo Perú' y ‘La religión en el antiguo Perú', entre otros que aportaron al estudio de la raíces históricas del país. Asumió la dirección de los Museos de Antropología y Arqueología tanto de Magdalena Vieja como de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y fue incorporada a numerosas sociedades científicas del Perú y el extranjero.
Aracely Quispe Neira (1982- XXX), ingeniera astronáutica de la NASA, que en el 2021 participó del lanzamiento del telescopio espacial James Webb y ha sido aceptada como profesora adjunta en el Capitol Technology University, una prestigiosa universidad de los Estados Unidos. Aracely tuvo que recorrer un largo camino que empezó cuando dejó su querido pueblo de Marripón, en la región de Lambayeque. Llegó a los Estados Unidos cuando tenía 21 años luego de estudiar ingeniería de sistemas. En los EEUU continuó con sus estudios hasta lograr siete grados académicos en ciencias, ingeniería astronáutica e inteligencia geoespacial.
Gisella Orjeda (1960- XXX) es bióloga y genetista. Entre sus aportes destaca la construcción del mapa físico del cromosoma XII del arroz y la secuenciación del genoma de la papa en el Perú. Presidió el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica entre 2012 y 2017. Fue presidenta ejecutiva del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña y lideró un equipo de científicos en la expedición Antar XXVI en la Antártida. Además, en el 2019, el prestigioso medio periodístico científico norteamericano ‘N+1' la seleccionó como una de las siete científicas latinoamericanas más inspiradoras.
María Reiche (1903-1998) fue una matemática y astrónoma alemana nacionalizada peruana. A inicios de 1940, su amigo Paul Kosok, arqueólogo estadounidense, descubrió la existencia de gigantescas líneas y figuras, ubicadas en una llanura entre Nazca y Palpa, y la invitó a ser su asistente. Desde aquella oportunidad, dedicó su vida a su estudio, conservación y difusión. Gracias a su labor, las Líneas de Nazca fueron declaradas patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 1994.
VIDEO RECOMENDADO
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD