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Derechos para la inteligencia artificial: ¿Cuándo se le proporcionará?
Si una inteligencia tiene la capacidad de sentir y experimentar emociones, ¿debería tener derechos?
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Si bien un concepto de derechos para inteligencias artificiales puede ser algo, por lo menos, absurdo de momento, tenemos que tener en cuenta que la tecnología en esta rama no ha alcanzado su completo potencial hasta el momento. ¿Qué la diferenciaría de un ser vivo biológico en un futuro?
Las inteligencias artificiales ahora se limitan a ser asistentes de voz o automatizar procesos que los humanos no pueden hacer sin tardarse mucho tiempo, en las cuales la presición es muy importante. No es muy requerdia en otros aspecto en los cuales puede usarse en un futuro.
Y es que en una gran cantidad de películas y videojuegos hemos podido ver cómo podría ser una inteligencia artificial más desarrollada, en niveles que de momento solo son fieles a la ficción. Pero, ¿qué tan lejos está esto de ser realidad?
No es algo que esté muy lejos quizás, recordemos que, si hablamos de inteligencia artificial, en los años 80, la serie sobre Kitt, el auto fantástico, era solo una quimera en esos tiempos, y ahora vemos IAs que funcionan de manera similar, no exactamente como Kitt, pero en un estilo parecido.
Ahora si partimos del hecho que una inteligencia artificial sea capaz de tener sensaciones y hasta emociones, algo que podemos ver en Detroit: Become Human, un juego para PS4.
Si las IAs llegan a este punto, ¿deberían tener derechos como nosotros? ¿En qué punto llegaría la diferencia entre ellas y la inteligencia humana? ¿Es programable acaso?
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Estas interrogantes no son algo reciente, pues en el año 1950 el padre de la computación, Alan Turing, comenzaba su artículo con la pregunta “Can machines think?” (¿Pueden pensar las máquinas?).
Turing nos presentaba un test formulado por sí mismo, y consistía en colocar a un juez frente a un ordenador a través del cual recibiría comunicaciones de dos entidades: un ser humano y una máquina. Si al final del intercambio el juez no podía identificar cuál de las dos entidades era la máquina, el ordenador podía considerarse como inteligente; superando así el test de Turing.
¿Qué debería pasar para que una IA tenga derechos?
Una inteligencia artificial tiene la capacidad de llevar a cabo cálculos y predicciones de manera rápida y precisa, más que la de un humano promedio. Sin embargo, esto no es algo suficiente como para que posean derechos en estos tiempos.
Así lo explica Theodore F. Claypoole en su artículo para The National Law Review, en donde nos expone un punto de vista interesante: las máquinas solo podrán tener derechos cuando tengan ambiciones.
Una inteligencia artificial que no es capaz de comprender los propósitos del privilegio y el castigo no está lista para enfrentarse a ellos de forma legal, así pues, las IA deben mostrar aspiraciones más amplias con las que disfrutar de sus derechos, y debe tener la capacidad de decepcionarse por los castigos legales y las injusticias.
“Si la IA tiene un propósito claro (y como Nietzsche, algunos argumentarían que los humanos no tienen ningún propósito), y se puede suponer que su programación hace que la IA sea eficiente para llevarlo a cabo, ¿tal vez la IA tenga derecho a la vida para cumplir su propósito? La existencia de este derecho ciertamente beneficia a la sociedad, así que tiene sentido proteger la existencia de la IA por esta razón”, asegura Anastasia Stepanova, de SCL Student Bytes.
Sin embargo, la contribución a la sociedad y los propósitos no son los únicos factores que hacen valiosa a la humanidad, por lo cual estos parámetros no deben ser el único indicativo para los derechos de las IAs, sin decir además que este es un concepto muy antropocentrista.
Por otro lado, no es una locura pensar que si se habla de los derechos de las IA, estas deberían expresar su participación en la discusión. Después de todo, si en un futuro esta entidad es capaz de sentir emociones, expresar deseos, tener propósitos; así como muchos otros conceptos usualmente atados a los seres humanos, debería tener también el derecho a decidir su destino, y cómo quiere experimentarlo.
Pese a ello, aún estamos lejos de llevar a las inteligencias artificiales a este punto, pero particularmente se podría presentar la situación en poco tiempo, dependiendo del avance de la tecnología.
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