Un ruido comenzó en Pueblo Libre. Un sonido difícil de encasillar, un torbellino. Tenían entre 20 y 21 años. Luis Salgado, Carlos García y Jennifer Cornejo. Corría el 97. Dos años después lanzarían un disco emblemático que todavía suena fresco, que influenció a una nueva generación de músicos a partir de los 2000. Y ahora ese estallido de juventud se encuentra disponible en las principales plataformas digitales.
No recogieron los frutos de ese remolino de 45 minutos. En 2001, Cornejo y Salgado migraron a EE.UU. con Christian Vargas, que se había unido a esa máquina hipnótica. Se fueron para, tras intentar dar pasos, disolverse.
Comenzó como jugando. Al cuarto del tercer piso de Pueblo Libre de Salgado llegaba García. Encontraban una base interesante en la caja de ritmos y buscaban riffs y melodías. Luego se incorporaría Cornejo con un visión lúdica de los samples.
Salgado por esa época escuchaba Pavement, Sonic Youth, PJ Harvey, sin dejar de lado a Hendrix o Zeppelin. Todo sumó para crear esa propuesta desenfadada, volátil, envolvente. “Queríamos hacer la música que no existía. Había una especie de vacío en ese momento”, dice.
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Otro sello era lo surreal de sus líricas. “Hay cosas que no tienen sentido pero tu realidad las filtra y les da significado”, agrega y comenta que hay algo de genuino y pretencioso en esa juventud, de inocente e irreverente.
Un solo disco, un punto de quiebre que los catapultó al estatus de banda de culto. Una historia que tal vez debió continuar. ¿Cómo habría sido el capítulo siguiente de Electro-Z? Salgado comparte esa nostalgia. “Quizá hubiera sido mejor quedarnos en Lima, pero no existe el hubiera”, anota.
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DATO
-El álbum está en plataformas como Spotify. Salgado comenta que quedaron algunos temas para lo que habría sido el segundo disco.