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“Alias Jorge”: la descarnada historia de la guerra que consume el Vraem
El valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) es un territorio desgajado del resto del Perú. Al inicio, los remanentes de la organización terrorista Sendero Luminoso huyeron a esa zona para esconderse de nuestras fuerzas del orden, pero en poco tiempo lograron convertirse en las bestias dueñas de aquella jungla y durante más de dos décadas han tomado a su antojo las vidas de cientos de personas.
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El valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) es un territorio desgajado del resto del Perú. Al inicio, los remanentes de la organización terrorista Sendero Luminoso huyeron a esa zona para esconderse de nuestras fuerzas del orden, pero en poco tiempo lograron convertirse en las bestias dueñas de aquella jungla y durante más de dos décadas han tomado a su antojo las vidas de cientos de personas.
El periodista Ricardo León, en su libro Alias Jorge (Planeta, 2020), cuenta los pasajes más violentos de la guerra que el Estado peruano continúa librando, pero que ni a los políticos ni a nuestra sociedad pareciera importarles. Hemos preferido mirar a otro lado y olvidar, por ejemplo, a los niños y niñas de las comunidades indígenas y andinas que son secuestrados y que —si no los asesinan los propios terroristas o caen abatidos en algún enfrentamiento contra policías y militares— se encuentran bajo el antojo de los cabecillas Víctor (alias ‘José’), Jorge (alias ‘Raúl’) Quispe Palomino y de todos los altos mandos del ahora autodenominado Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP).
León cuenta con descarnado detalle las batallas que han librado nuestras fuerzas del orden para intentar acabar con la organización terrorista. Nos recuerda con nombres y apellidos las proezas y sacrificios de los oficiales y suboficiales de la Policía, Ejército y Marina que expusieron sus vidas y de los que la perdieron en manos de los subversivos.
Pero lo más revelador del libro es el relato de la vida de Víctor Raúl Quispe Zaga, hijo del cabecilla ‘José’. El heredero que decidió desertar de las filas del MPCP y colaborar con el Ejército. El periodista consigue hacer pequeños agujeros en el caparazón de alias ‘Jorge’, que nos permiten ver algunas de sus heridas, pasiones y afectos, así como los terribles efectos de una violencia sin sentido que nunca acaba.
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La historia empieza con una fotografía en la que el protagonista es aún un niño, no conoce a su papá ni a su mamá, vive con sus tíos en Ica, no sabe cuándo nació, no le permiten ir al colegio ni tener amigos y solo se alimenta de agua con harina.
Víctor Raúl no sabe nada sobre su papá hasta que un par de subversivos van a buscar al pequeño y lo llevan al campamento terrorista en el Vraem donde prueba por primera vez un pedazo de pescado y aprende a matar y a odiar. El encuentro con su padre no es para nada lo que él espera, pues, se topa con un hombre parco, severo y esquivo. Ser hijo del número uno de la organización no le da ningún privilegio; al contrario, su situación es especialmente precaria porque su papá no cuida de él. ‘Jorge’ no tiene a nadie. Su madre está muerta.
En su entrenamiento ideológico y militar conoce a otros niños que se compadecen de él y le dan algunas sobras de sus comidas. Víctor Raúl, así, forma unos deformes lazos de amistad que luego son destruidos y sustituidos por la nada.
¿Puede despojarse a una persona de sentir compasión, cariño, alegría, amor? El escritor Aldous Huxley, en su libro Un mundo feliz, ensayó un modelo de sociedad en el que se obligaba a los niños a rechazar cualquier inclinación hacia el arte y la belleza; además, cuando crecían eran castigados si tenían solo a una pareja, las reglas eran acostarse con muchas personas para que las relaciones interpersonales sean solo un acto de hedonismo y complacencia. Sin embargo, el sofisticado método para formar una sociedad así tuvo sus grietas y algunos personajes se salieron de los moldes. Pero eso es una ficción.
En la realidad que se vive dentro del MPCP, por ejemplo, imponer un orden rígido que cale en lo hondo de la humanidad de cada miembro se consigue apelando a los instintos más básicos mediante el miedo y la sangre. No obstante, algunos pasajes que narra Ricardo León, nos hacen creer —tal como lo creyó Huxley— que hay algo más grande dentro de ciertas personas que no se puede someter. Un sentimiento que se puede ensombrecer, diluir o desvanecer, pero no anular por completo.
¿Quién es la mamá de Víctor Raúl Quispe Zaga?
El desprecio que Víctor Raúl siente por su padre se agrava con la sospecha de que es el culpable de la muerte de Sonia, su mamá. Eso lo lleva a intentar por primera vez asesinarlo cuando ya había transcurrido más de una década desde que fue reclutado.
Alias ‘Jorge’ se siente engañado y le perturba profundamente la ausencia de su madre. Su rebeldía y desobediencia al más sanguinario terrorista se explica por aquella explicación que exige sobre la muerte de Sonia pero que nadie le responde.
Sonia Zaga, detalla el periodista, era una ayacuchana cuya razón y fecha de muerte se desconoce. Lo único que le dijeron a Víctor Raúl es que terminó calcinada en la localidad de Umaru (Ayacucho), el lugar donde Abimael Guzmán empezó con su abominable experimento social y fundó lo que llamó la República Popular Democrática del Perú, imitando a lo que hizo Mao Tse Tung en una pequeña localidad de China.
Víctor Raúl podría ser el protagonista de una sórdida ficción, pero no lo es. Es una persona real retratada en un poderoso libro que aborda su historia de forma directa, sin amagos ni trucos literarios. Aquello sobra cuando la crueldad, el sufrimiento y el dolor se perciben en cada centímetro de piel del que pudo ser heredero de un reinado infernal.
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