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“La Ballena”: ¿Por qué Brendan Fraser nos destrozó el corazón con su nueva película? [RESEÑA]
Brendan Fraser revive su carrera artística con la representación más cruda de la autolesión.
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Parecía que el mundo de Hollywood le había dado la espalda a Brendan Fraser, tratándolo como mero actor de películas de acción, sin mucho que ofrecer. Pasarían años hasta que volviera a ser un tópico relevante; pero afortunadamente, volvió con una de las mejores interpretaciones de su vida, de la mano de uno de los directores más relevadores de nuestros tiempos, Darren Aronofsky.
La Ballena trata de Charlie (Brendan Fraser), un hombre sensible y callado, profesor de literatura, que padece de obesidad mórbida. Vive una vida alienada de los demás, encerrado en su apartamento y dando clases online con la cámara apagada. Ha perdido fe en su vida, ya esperando a la muerte; pero lo único que le da esperanzas para seguir adelante, en el poco tiempo que le queda, es el poder reconciliarse con su hija adolescente, Ellie (Sadie Sink). Él la abandonó años atrás y ella nunca le perdonó por eso; pero en sus últimos días, Charlie reflexiona sobre el poder obtener el perdón de al menos ella.
La culpa, eso es el enfoque que quiere mostrar la película. La culpa, la autodestrucción y el aislamiento, y cómo esos elementos pudieron destruir la vida de un hombre. Charlie no es un santo, cometió errores pero no era una mala persona; la culpa por haber perdido a su amante y a su hija es lo que lo llevó a autodestruirse, al no encontrar manera de arreglar sus problemas autoinfligidos. La gordura es un elemento secundario en la película, la manifestación de la culpa de Charlie; en la manera en que el guion fue escrito, podría haber sido otro vicio común (el alcoholismo) y la historia seguiría igual.
Desde su premisa sabemos que la película será dura, que mostrará la desesperanza y crueldad que es ver a un hombre en el límite de su vida. Al ser un tema tan personal y deprimente, la trama tiende a centrarse más que nada en el dolor y soledad de Charlie más que en los otros personajes. Y Brendan Fraser se luce en el papel principal, dando un elemento de arrepentimiento y cariño a un papel que, en manos de otro actor; podría haberse visto como un personaje egoísta o desconsiderado. Pero Fraser consigue que lleguemos a compadecernos de Charlie, y de esperar, quizá en vano, que encuentre una solución.
Los demás actores, aunque sean pocos, también aportan con bastante personalidad a la película. Sadie Sink muestra una joven compleja; dolida por haber sido abandonada por su padre pero todavía queriendo encontrar esa validación paterna.
No es una película para todos, el dolor y la dureza en el que se representa la obesidad de Charlie pueden acabar afectando a audiencias; pero la soledad, la redención y el odio al ser mismo llegan a ser representados con cruda realidad.
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