El público respondió coreando todas las canciones y hasta dejando por momentos de lado los celulares en ristre para lanzarse en saltos y puños al aire. (Foto: Javier Zapata).
El público respondió coreando todas las canciones y hasta dejando por momentos de lado los celulares en ristre para lanzarse en saltos y puños al aire. (Foto: Javier Zapata).

Lima, Perú, muchas gracias. Santa mi#%@. Esto es muy loco. No sé por dónde empezar. Me avergüenza decir que no puedo hablar en español. Me disculpo. Me siento como un cerdo ignorante por venir a su bello país y hablarles en mi lengua materna”, dijo una espectacular luego de interpretar la primera canción Supervixen (por cábala siempre es la misma).

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Era la noche de Shirley. Una noche en la que su voz se sintió como en sus mejores años, pese a que en un momento ella dijo que la sentía turbia, y en la que la vitalidad de esta mujer de 57 fue para envidiar. El público respondió coreando todas las canciones y hasta dejando por momentos de lado los celulares en ristre para lanzarse en saltos y puños al aire.

Arropada con un atuendo que la asemejaba más a un ángel que a la virulenta pelirroja de los 90s. (Foto: Javier Zapata).
Arropada con un atuendo que la asemejaba más a un ángel que a la virulenta pelirroja de los 90s. (Foto: Javier Zapata).

Ella, agradecida, curada de cuerpo y alma, se abrió a su público. “He tenido un año de mierda. No puedo empezar a decirles lo horrible que ha sido. Ha sido realmente deprimente y realmente aterrador y extraño. Es una larga historia, pero venir aquí a Sudamérica y ser curada por su jodidamente increíble país y su asombrosa historia y su hermosa comida y no sé, todos estamos perdidamente enamorados y muy agradecidos. Ha sido realmente lo mejor que me ha pasado”.

Y no es para menos, en enero de este año se sometió a una operación para insertarle una prótesis de cadera luego que sufriera una aparatosa caída durante su gira del 2016. Durante estos años había sufrido de fuertes dolores lo que puso al límite su resistencia. Pero no solo eso, a inicios de agosto, su compañera de vida, su mascota rescatada Veela, tras 16 años juntas, fallecía.

La noche terminó con un sabor a nostalgia, a energía vital, a rock. (Foto: Javier Zapata).
La noche terminó con un sabor a nostalgia, a energía vital, a rock. (Foto: Javier Zapata).

Arropada con un atuendo que la asemejaba más a un ángel que a la virulenta pelirroja de los 90s, pasó revista a los mayores éxitos de la banda como Stupid Girl y Paranoid. Punto aparte fue la versión más lenta y melódica de Only Happy, donde la voz de Shirley estremeció.

“Colectivamente, por supuesto, se nos conoce como Garbage. A veces lo somos, a veces no. Esta noche digo que lo somos y no lo somos. Puedes descubrirlo más tarde”, dijo finalmente la frontwoman.

La noche terminó con un sabor a nostalgia, a energía vital, a rock. Y el rock es cultura pese a quienes buscan cerrar espacios para estos encuentros. Distinta realidad las que se vive en México o Argentina, donde pese a la crisis, los conciertos son múltiples y multitudinarios. En nuestro país la escena de conciertos se pinta cada vez más interesante y es irónico que los venues sean escasos y ahora hasta cerrados. Que nos cojan confesados.

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