A sus 62 años, Tom Cruise no solo sigue corriendo en pantalla con la velocidad de un joven agente secreto. También vuela, escala rascacielos, y se lanza al vacío una y otra vez, sin más red que su convicción.
Porque para él, la acción no es un efecto especial, es una promesa de verdad.
En ‘Misión Imposible: Protocolo Fantasma’, trepó el Burj Khalifa en Dubái —el edificio más alto del mundo— sin dobles, sin atajos, sin miedo. Porque sabía que lo que se jugaba no era solo su seguridad, sino la credibilidad de una historia que debía sentirse real. “No puedes actuar la distorsión de la cara por la fuerza G”, dijo en el rodaje de Top Gun: Maverick.
Y tenía razón. Hay cosas que no se pueden fingir.
Cruise no rehúye al peligro. Lo enfrenta con disciplina y precisión, porque entiende que el cine, como la vida, se compone de momentos que no se repiten. Que hay una diferencia entre actuar y vivir una escena para que el espectador también la viva contigo.
Incluso en Top Gun, convenció a sus compañeros de volar, de sufrir en carne propia las fuerzas del aire, de ir más allá de sus límites. Porque Tom Cruise no es solo una estrella: es un obsesivo del detalle, un apasionado de lo auténtico, un hombre que prefiere arriesgar el cuerpo antes que traicionar la emoción.
En un detrás de cámaras de ‘Top Gun: Maverick’, la segunda parte de ‘Top Gun’ de 1986, reveló por qué no utiliza un doble de acción en sus películas.
“No se puede crear este tipo de experiencia sin filmarla en vivo. Para hacerlo tenemos a los mejores pilotos de combate colaborando con nosotros. No puedes actuar la distorsión de la cara (por la fuerza de gravedad)”, dijo en aquel entonces para Univisión.
Incluso admitió que para esta segunda entrega convenció a otros actores de hacer sus propias escenas de acción para las tomas aéreas.
Y mientras grababa ‘Misión Imposible: Sentencia final’, la que sería su despedida de la saga, Cruise volvió a demostrar que a pesar de su edad aún puede asumir grandes riesgos.
El veterano agente de campo de la Fuerza de Misión Imposible Ethan Hunt se sumergió en la profundidades del mar hasta llegar a los restos del submarino Sevastopol.
Tom se pone un traje y una máscara especialmente diseñados, con un casco iluminado para mostrarle al público que realmente es él en medio del terror y la tensión. Eso sí, este equipamiento solo lo puede usar durante 10 minutos seguidos antes de sufrir hipoxia (ausencia de oxígeno en el tejido corporal).
«Estoy respirando mi propio dióxido de carbono. Se acumula en el cuerpo y afecta los músculos», relató el actor a ‘Empire’, donde sin duda reconoce que ha sido un desafío tanto actoral como físico, «Tienes que superar todo eso mientras lo haces y estar presente», sentenció el actor.
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