Hay personas que transmiten calidez con solo decir un hola, cómo estás. Nelly Rossinelli es una de ellas. Su presencia en El Gran Chef Famosos ha conquistado al público no solo por su ojo crítico y su sensibilidad, sino por la autenticidad con la que vive y comparte su amor por la cocina. Detrás de cada evaluación, hay una sonrisa, un gesto amable, una memoria singular y un respeto permanente.
Conversar con ella es entrar a su cocina emocional: un espacio donde la comida tiene alma, donde cada plato cuenta algo más que una receta. Con naturalidad, Nelly habla de su rol como jurado, de su formación autodidacta, de sus raíces amazónicas y de esa pasión cotidiana por cocinar con amor, incluso cuando las cámaras se apagan. Pero hay algo más que seguro sus fans —porque los tiene— no pasan por alto: es una animalista comprometida.
Ha rescatado tres perros, de situaciones crueles, que son de ella, y que viven con sus padres. Al lado de su esposo y de sus hijos tiene a una perrita y dos gatitos, todos recogidos, salvados del abandono. Así como da recetas y consejos para una alimentación saludable, la figura del programa de Latina está comprometida con campañas de adopción de mascotas, esterilización y vida digna para esos seres que cierta gente maltrata y olvida.
¿Qué ha sido lo más inesperado que te ha tocado como jurado en El Gran Chef?
Conocer personalidades tan humanas, tan lindas, del mundo del espectáculo. No me imaginé ver a algunos tan vulnerables. En la cocina se cae la careta del actor, del cantante o del deportista. Ahí están simplemente siendo ellos. El programa muestra el lado más real de los famosos: el que se equivoca, el que duda, el que se ríe sin guion.
¿Cómo te mantienes objetiva cuando alguien te cae bien?
Tengo claro que soy jurado. Mi experiencia como líder en equipos comerciales me enseñó a no dejarme llevar por la afinidad. Un líder debe ser inspirador, equitativo. Puedo sentir ternura, pero no cambiaría mi evaluación por eso.
En X escribiste que no eras chef sino cocinera. Y lo dijiste con mucho orgullo. ¿Qué hay detrás de esta frase?

Desde el inicio del programa algunas personas, no tantas, cuestionaban mi rol en el jurado porque no soy chef. Pero yo he cocinado toda mi vida. No estudié Gastronomía, soy administradora de empresas. He trabajado toda mi vida, pero cocino por amor. Por vocación. Por mi familia. Me he formado con cursos, diplomados y también de forma autodidacta. Pero lo mío no son los banquetes ni los restaurantes. Siempre he cocinado para la gente que amo. Y lo sigo haciendo todos los días de mi vida.
¿Qué plato te ha sorprendido más en el programa?
Recuerdo con cariño el seco de cabrito a la norteña que preparó Laura Spoya. Usó la receta de su abuelita.
Y cuando se trata de sabores de tu infancia.
Mi memoria viaja a dos platos: la pachamanca y el tacacho con cecina. Mi familia es de la selva, pero mi papá fue criado en Huánuco. Hacíamos pachamanca en tierra para los cumpleaños. Me acuerdo de ir al río a recoger piedras.
Cuando uno no tiene idea de qué cocinar, ¿qué recomiendas hacer?
Tener carne en la casa y hacer rapidito un lomo saltado o un lomito al jugo con pan. A mis hijos les encanta.
“Existe gente que le gusta coleccionar carteras o tal vez zapatos. Pero a mí me gusta tener sartenes, ollas y más. Me emociono cuando voy al área de cocina en los diversos supermercados o en las tiendas de especialidad. Para mí es como estar paseando por Disney. Me encanta”.
¿Un ingrediente que jamás falta en tu cocina?
El huevo. Nutritivo, versátil y saludable. Lo comemos en el desayuno, almuerzo y cena.
¿Qué es la cocina para ti?
La cocina genera conexión. Es amor, transmite emociones y también sana. Para mí, es mi lugar feliz. Hay gente que colecciona carteras; yo colecciono ollas y sartenes.
Si eligieras cenar con un cocinero del mundo, ¿quién sería?
Elegiría a Jacques Benoit, mentor gastronómico de Giacomo Bocchio. Muchos chefs lo han mencionado con admiración. Transmitía una pasión indescriptible, lamentablemente ya no está entre nosotros.
Y hablando de Giacomo, ¿lo extrañas?
Es mi amigo, está en nuevos proyectos, pero hablamos casi todos los días.
Consideras que la cocina de la selva no es valorada como se merece.
Yo creo que eso pasa y que va a cambiar. Siempre se habla de la cocina del norte, la de Lima, la de la sierra, pero de la comida amazónica no tanto. Yo creo que está subestimada. Y además, no es solo cecina o juane. Hay inchicapi, patarashca, cebiche de doncella.
¿Con qué plato representarías al Perú en un concurso internacional?
Con la pachamanca. Es ancestral, distinta, con cocina en tierra, que es una de las técnicas más antiguas del mundo.
Te hiciste famosa con las loncheritas, que además no son solo para niños. ¿Cómo debe ser una buena lonchera?
Nutritiva, práctica y reconfortante. Tiene que transportarte a casa. No puede ser chatarra o insípida. Debe darte alegría, como una sorpresa del día. Yo sigo haciendo loncheras para mis hijos, aunque ya no son pequeñitos. El mayor es deportista y me pide receta fitness.
Estuviste en la marcha contra la inseguridad…
Salí como ciudadana. A pedir por los que viven con balaceras, extorsiones, feminicidios. A veces vivimos en una burbuja, pero hay peruanos que sufren esto todos los días y uno no puede estar al margen.
AUTOFICHA
- “En algún momento fui tripulante de cabina. Me encanta la aviación, es otra de mis pasiones. Volar, estar en un avión, me emociona. Cuando me preguntan por mis vacaciones soñadas, yo respondo: con mi familia, en una playa o en una casa. Pero siempre juntos”.
- “Tengo una agenda llena, es increíble lo que pasa. Grabo mis loncheritas, el programa, también estoy en YouTube. Me encuentro escribiendo dos libros para Planeta y trabajando en una agenda anual. Y soy mamá, esposa y cocinera, todo el tiempo y con mucho amor”.
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