[OPINIÓN] Ana Jara: “Y otra vez, la pita se rompió por el lado más débil”. (Foto: jorge.cerdan/@photo.gec)
[OPINIÓN] Ana Jara: “Y otra vez, la pita se rompió por el lado más débil”. (Foto: jorge.cerdan/@photo.gec)

Existe un marcado rechazo a la forma y modo como el gobierno de la presidenta Boluarte dio por concluida la designación del teniente general Jorge Angulo al cargo de comandante general de la PNP y de su envío directo y sin escalas a la situación de retiro vía resolución suprema, cuya parte considerativa, en mi opinión y de muchos otros, contiene términos por demás lesivos a la hoja de vida de un funcionario público con 38 años de servicios en favor de una de nuestras instituciones tutelares. Estimo que la jefa del Estado ha sido mal asesorada en esta decisión y en la redacción de dicha resolución, en la que se usan frases como “negligencias muy graves”, “incompatibilidad y falta de idoneidad en el cargo”. Por último, la Comandancia General debe estar bajo la conducción de un oficial general que no ponga en riesgo la imagen institucional de la Policía Nacional, palabras más, palabras menos. ¿Era necesario este maltrato?

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Muchos recordarán que en días previos corría el runrún de la inminente salida de Angulo de su cargo por desavenencias con el ministro del Interior, Víctor Torres, trascendidos que se materializaron a juzgar por declaraciones en caliente del otrora comandante general al ser pasado al retiro para el diario La República: “No permito que nadie meta la mano en los procesos y eso parece que no le ha gustado al Ministerio del Interior”; deducciones por demás graves que haría bien el Congreso de la República en investigar.

Y respecto al jalón de cabellos a la jefa del Estado, Dina Boluarte, acaecido en Ayacucho durante una actividad oficial, si el asunto era dar la imagen de drasticidad y de cortar cabezas de los llamados a garantizar la seguridad y el orden interno, si nos ceñimos a la legislación especial de la materia, la seguridad y protección de la presidenta de la República y su familia es de cuenta del jefe de la Casa Militar, quien debió seguir la suerte del comandante general de la PNP, así como el propio ministro del Interior, Víctor Torres, que asumiendo su responsabilidad política debió renunciar a su fajín de motu proprio sin esperar el retiro de confianza de la mandataria o del Congreso (vía censura).

Así las cosas, se quiera o no se ha afectado la estima de la Policía Nacional. Qué necesidad del Gobierno de generarse desafectos (enemigos).

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