Foto: Presidencia.
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Desde que la presidenta consiguió que el Congreso, mediante ley simple, reforme la Constitución y le dé autorización para viajar fuera del Perú, sin tener vicepresidente a quien dejarle el encargo de la Presidencia, la jefa de Estado no ha perdido tiempo y está presta a sacarle todas las millas posibles al avión presidencial.

El jueves pasado, el Congreso le dio permiso para que se vaya de viaje a Alemania, Italia y al Vaticano, lo que constituye su tercer viaje al exterior en igual número de meses (en Alemania, será la invitada de honor del Día de América Latina, a celebrarse en Stuttgart).

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Por otro lado, el 10% del Congreso viajó a Rusia, financiados por la nación moscovita. Poco o nada importó la invasión a Ucrania, las manifestaciones claramente autocráticas de su gobierno o la ilegal represión hacia la oposición. Viaje es viaje y gratis mejor, parece ser el dogma que impulsa la agenda viajera de buena parte de los “padres de la patria”.

Es evidente que nuestra clase política tiene avidez por viajar gratis al exterior, ya sea a expensas del Estado o de algún poder foráneo, democrático o no.

Dado el estado de las cosas, quizás la presidenta advierte —como advertimos nosotros— que las cartas de este quinquenio están echadas. No vendrán inversiones importantes, no se podrán hacer grandes reformas o desarrollar grandes obras.

El gobierno carece de ideas y convicción para ello, pero también carece de bancada parlamentaria y respaldo político popular que lo posibiliten. Si bien no es un gobierno de transición, desde el punto de vista legal —ya que Boluarte fue parte de la fórmula elegida por la ciudadanía—, ella y el gobierno deberían entender su mandato como análogo al de un gobierno de transición.

Entendiendo y aceptando esa realidad, la presidenta se dará cuenta de que hay muchos asuntos de vital importancia en los que invertir su tiempo y dedicación, y que dejarse sensualizar por los viajes al exterior en calidad de jefe de Estado es una frivolidad, que no se condice con los momentos de apremio y zozobra que vive el Perú.

En el campo de la seguridad ciudadana, por ejemplo, apremia aumentar el número de patrulleros en las calles, el número de cámaras de seguridad, de iluminación en las calles, reingeniería para aumentar el número de efectivos dedicados a la seguridad ciudadana.

En el campo económico, apremia simplificar los procedimientos para la exploración minera e hidrocarburífica, trabajar en el destrabe de importantes proyectos de inversión, financiar y asesorar la elaboración de proyectos de inversión en el ámbito regional y municipal para destrabar la mediana y pequeña inversión pública, entre otros.

Así, hay infinidad de emprendimientos que, si bien no son tan glamorosos, son vitales para dejar un país ordenado y listo a recuperar el tiempo perdido. Esto será posible una vez que contemos con un gobierno nuevo, con mandato electoral y respaldo popular claro.


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