Un alto dirigente aprista propuso denunciar a los fiscales del Equipo Lava Jato por “inducción al suicidio”. Una iniciativa rebuscada que no tuvo el apoyo de la familia del expresidente. Pero tampoco tuvo quórum dentro del partido. Básicamente porque tuvo la oposición de dos facciones: quienes creen que hay que ‘desalanizar’ el partido y quienes piensan que una denuncia así le quitaría sentido al último gesto político del expresidente.

Como los relojes de Dina, los celulares de Alan encierran una encrucijada ideológica: volver a la izquierda o virar a la derecha. Insistir en batallar con el expresidente, cual Cid Campeador, o pasar la página.

LA IZQUIERDA Y LOS NIÑOS

Un sector del partido busca retomar las viejas banderas sociales. Una forma de reposicionar al partido, siguiendo lo escrito por Mirko Lauer en una columna. Pero no es el único. El viraje a la izquierda lo proponen desde viejos militantes renegados hasta compañeros de última hora, pasando por un par de exfuncionarios que trabajaron con el lápiz como asesores y publicistas. Pero quizá el grupo más interesante del ala zurda sea el de los jóvenes. Parte de esa nueva camada se inclina por temas como los que propone Enrique Valderrama y su agenda social. Valderrama ganó visibilidad hace algunos años al rivalizar con Mulder por la Comisión Política del partido.

Otra ala del partido se reconoce como de ‘izquierda democrática’, lo que no implica volver al gobierno de 1985. La izquierda democrática, dicen, sería el justo análisis del segundo gobierno, contradiciendo la narrativa progresista. Ellos consideran que el segundo gobierno fue aprocaviar en la medida en que creó dos ministerios progresistas (Cultura y Ambiente), extraditó y sentenció a Fujimori y creó el LUM. Y creen que el aprendizaje de Alan, como el de Haya, es el camino a seguir, a pesar de lo aparentemente impopular de su discurso.

El ala opuesta, sin embargo, quiere ir más allá, recapitulando el estatismo ochentero y las épocas de gloria populistas.

Uno de los problemas de este viraje a babor es que el espacio en la centroizquierda se viene poblando rápidamente. El nuevo partido Lo Justo, por ejemplo, ocupa el lugar que originalmente tenía el Partido Morado, antes de correrse a la zurda. Era el espacio de figuras como Pedro Gamio, Daniel Parodi y Carolina Lizárraga, un exmilitante aprista y dos exfuncionarios apristones.

Otro problema son las encuestas. Porque, si el partido quiere despegar del 2%, tendría que salir de la sede de Miraflores y abrazar a la izquierda realmente existente. Y ese discurso populista lo acerca al ala institucional, liderada por Belén García. Su estilo se pudo apreciar en el mitin del pasado 22 de febrero. Ante ausencia de los líderes mediáticos (Mulder viajó a Washington, Del Castillo viajó a San Francisco), el sector institucional del PAP dominó el evento. En el discurso central en la Casa del Pueblo hablaron Fidel Buitrón (secretario general de la CTP), Alberto Uculmana (Comité Provincial de Lima), Enrique Melgar (secretario nacional de Organización) y la propia Belén García (secretaria general institucional). Pero el show se lo robó la aparición del Ejército Social de los Polos Rojos (ESPR), un grupo de choque de compañeros con polo rojo que resguardaron a la plana mayor institucional del partido. En el pecho llevaban inscritas las siglas MAAC, en honor a su líder, Marco Antonio Arrunátegui Cevallos. Y en la espalda llevaban inscrita las siglas ESPR.

Según Justo Medio, la revista de Arrunátegui, el ESPR nació en Villa El Salvador y se propagó por Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho, Comas, Independencia y Ancón. El ESPR “toma la posta de la Guardia Dorada y se inspira en la US11, los Tigres de Laredo, los Chasquis de Otuzco y otras míticas fuerzas de choque”, reza el texto.

Como lo hizo José Luna Gálvez, en el 98, Arrunátegui —quien tuvo acusaciones de pedofilia— busca tomar el partido desde dentro, aprovechando su vieja militancia, atizando al ala zurda con sus ‘Niños’ y enfrentando a los líderes mediáticos.

ALAN Y HAYA

Ante la muerte de Haya de la Torre, en 1979, el partido también sufrió una crisis de identidad. En 1980 hubo dos mitines del Día de la Fraternidad y el Caso Lamberg terminó por agudizar las contradicciones y acelerar la renovación del APRA, golpeando a viejos jerarcas como Fernando León de Vivero. Irónicamente, al destapar el Caso Lamberg en Caretas, el periodista Gustavo Gorriti facilitó el despegue político de Alan García, quien terminó de jubilar a dos generaciones de apristas que esperaban su turno. Para compensar esa jugada, Alan convocó a los apristas que se habían alejado de Haya por la supuesta derechización del ‘Viejo’. Llamó a Magda Portal, quien no aceptó retornar. Buscó a Javier Valle Riestra y a Luis Felipe de las Casas, quienes se reinscribieron formalmente. A Carlos Delgado no lo pudo traer de vuelta porque falleció.

¿Por qué Alan viró a la izquierda? Quizás por la crisis de identidad y el signo de los tiempos. Quizás por hacerles caso a sus críticos, que siempre atacaron el supuesto viraje de Haya. El resto es historia. Y, a partir de entonces, el primer gobierno de Alan se estudia en las facultades de economía.

Tras la muerte del líder acusado de derechización, el APRA se izquierdizó.

Y tal parece que en el Perú, siguiendo la máxima marxista, la historia se repite dos veces, pero siempre como tragedia.

CENTENARIO EN CIERNES

En cuerdas separadas, el partido organiza la conmemoración de su centenario. Los 100 años iban a incluir publicaciones, coloquios, exposiciones y la develación de un monumento al expresidente. Pero, salvo la estatua, todo lo demás está aún en veremos. Algunos ya pusieron el ‘parche’, alegando que es solo la fundación internacional del partido, no la nacional (1930). Lo cierto es que el gobierno de AMLO no parece muy dispuesto a abrirles el antiguo colegio jesuita de San Ildefonso, que ahora es un museo en manos del Estado. En el camino se han quedado varios proyectos. Pero la fecha central sigue siendo el próximo 5 de mayo. Según el presidente de la Comisión por el Centenario de la Fundación del APRA, ‘Pepe Lucho’ Delgado, la conmemoración se hará en la Plaza de Toros de Acho, recordando el Discurso de Acho de Haya en 1931. Tocará el Grupo Río, de familia aprista base Pueblo Libre. Pero no queda claro qué más ocurrirá ese día. Según algunas voces de Alfonso Ugarte, aún no hay quórum en la dirigencia.

En los extramuros del partido, el centenario no ha pasado desapercibido. El historiador Antonio Zapata Velasco abrió un curso sobre el tema en el Centro Cultural de la PUCP, nada menos que el epicentro de la izquierda progresista. El curso se llama “100 años del APRA: de los orígenes a la guerra fría” y terminará siendo un libro. Paralelamente, se reeditarán en Argentina el volumen de Marcelo Gullo “Haya de la Torre: la lucha por la Patria Grande” y el de Martín Bergel, “La desmesura revolucionaria”. Y en Perú, Íñigo García Bryce, historiador de la PUCP para mayores señas, reeditará su libro “Haya de la Torre and the Pursuit of Power”, publicado por The Univesity of North Carolina y traducido recientemente al castellano. La tesis del libro, por cierto, no sigue la línea zurda de la ‘claudicación’ de Haya o de los dos Hayas.

Queda claro que se piensa más en el APRA fuera del partido que adentro.

A más crisis interna, más discusión externa. Otro claro mensaje para la cúpula.

Como escribió el argentino Leandro Sessa citando a Paulo Drinot, “solo la perspectiva transnacional salvará al APRA”.

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