El proyecto Tía María generó protestas en el sur del país. (Foto: GEC)
El proyecto Tía María generó protestas en el sur del país. (Foto: GEC)

Sentado el precedente, se disparó el consecuente, el primero de ellos, al menos: ahora es el gobernador regional de Moquegua, Zenón Cuevas, quien pretende “ganarse alguito” siguiendo el ejemplo de su colega arequipeño, Cáceres Llica. Aunque el discurso es menos bélico respecto a las inversiones mineras, los moqueguanos se han declarado en paro indefinido contra la empresa que maneja el proyecto cuprífero de Quellaveco, Anglo American, alegando que ha incumplido los acuerdos firmados hace más de cuatro años.
Podrán estar contentos el presidente Martín Vizcarra y su premier Salvador del Solar –este último argumentó que la licencia de Tía María se suspendió debido al vandalismo en que estaban incurriendo los revoltosos– pues su mensaje ha calado en el país. Ya saben ahora los interesados, después de lo de Arequipa, que el gobierno bajará la cabeza si se incurre en paros, marchas y actos vandálicos.

Esta lectura estrábica de lo que es la democracia ratifica el gravísimo error presidencial de ceder ante una medida de fuerza que no tenía mayor justificación, como la que sacaron adelante las turbas en Arequipa. Su inmediata consecuencia, por lo tanto, era asaz previsible. De aquí en adelante, extremistas de todo pelaje se sentirán envalentonados ante la flacidez demostrada por el gobierno, una de cuyas tareas irrenunciables es, qué duda cabe, defender el Estado de derecho. Así que a prepararse nomás para el arreón que ya tendrán en mente no pocos líderes populistas en las distintas regiones del Perú.

Lo de Moquegua contempla una serie de reclamos que van desde una presunta contaminación, que las autoridades regionales no han llegado a demostrar fehacientemente, hasta planteamientos tan absurdos como la exigencia de que, para la alimentación del personal que trabaja en la mina, se contrate a empresas de la zona.

Zenón Cuevas tiene pues su agenda propia y, desde hace unos días, el libreto ya claramente establecido por los levantiscos arequipeños. Pero, señor presidente, señor primer ministro: ¿acaso está la economía peruana para abandonar a su suerte el futuro y la seguridad de inversiones como las de Tía María y Quellaveco?

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