(Foto: Composición)
(Foto: Composición)

Fui congresista durante tres años y debo confesar que una de las experiencias más interesantes de la labor parlamentaria es la de representación, que está establecida en la Constitución, porque te permite representar a ciudadanos, organizaciones sociales, comunidades campesinas, gremios, entre otros. Pero también te permite representar al país ante la comunidad internacional.

Ahora, históricamente, el Congreso es uno de los poderes del Estado más cuestionados y tienen altos niveles de desaprobación. En consecuencia, esta labor de representación puede ser muy cuestionada e inclusive pasible de escrutinio público, porque se entiende que estos viajes al interior del país, y sobre todo los viajes internacionales, son un despilfarro de dinero; en palabras sencillas, consideran viajes de placer.

Existen iniciativas a nivel de Latinoamérica y también del mundo que permiten intercambiar experiencias entre parlamentos, para mejorar la expertise de los parlamentarios. Por ejemplo, está el Parlatino y Parlamericas, dos espacios interesantes de capacitación y de intercambio en propuestas innovadoras sobre legislación comparada en temas ambientales y de género, como ejes transversales a propuestas legislativas.

Aparte, el Perú tiene tratados y convenios entre países y organismos internacionales que obligan a una participación activa de representación de los intereses del país, que inclusive es parte de la función congresal.

Explico todo esto para poder “justificar en parte”, lo que acontece atrás con los viajes de los congresistas a diferentes partes del mundo, que siempre ha sido cuestionado. Pero hago la precisión de que esta labor a veces es distorsionada, porque al final las designaciones de los congresistas que representarán son discrecionalidad de la tercera vicepresidencia del Congreso y muchas veces es “moneda de cambio” para otros intereses subrepticios.

El domingo causó mucha indignación una foto de tres congresistas en el Taj Mahal, pero debemos precisar que fue una invitación pagada por el gobierno indio. El problema es la forma; una foto publicada en redes es imprudente y causa indignación colectiva.