Presidente Pedro Pablo Kuczynski podría afrontar un segundo pedido de vacancia.
Presidente Pedro Pablo Kuczynski podría afrontar un segundo pedido de vacancia.

Populismo es adoptar cualquier medida que tenga contenta a la población en el cortísimo plazo sin importar cuáles habrán de ser las consecuencias de mediano y largo plazo. Quizá el ejemplo más claro de lo nefasto que resultan las medidas populistas se haya producido durante el primer gobierno del ex presidente Alan García: sus medidas tuvieron a todo el mundo contento por dos años y de pronto… la catástrofe, el Perú al borde de la inviabilidad.

El que ofrece cualquier sonsera o medida ridícula porque es popular –balón de gas a 12 soles, revisar el TLC con EE.UU., o regalar 500 soles a cada elector, por ejemplo– no es, en sentido estricto, un populista, sino un demagogo.

En la última patinada del Gobierno, desinvitaron al dictador Nicolás Maduro a la Cumbre de las Américas y este se está victimizando al tiempo que asegura que sea como sea estará en la reunión. Según varias fuentes especialistas en derecho internacional y diplomático, no se puede impedir que Maduro venga ni que participe. Maduro vendrá, bufará las mismas idioteces de siempre, quizá romperá relaciones con el Perú complicando a los venezolanos que vienen al Perú escapando de él, armará circo y una crisis en la cumbre (¿le convendrá esto a PPK?) y se irá diciendo que es un perseguido, un discriminado y una víctima de los agentes del imperio y sus agentes contra o anti (ya no me acuerdo) revolucionarios. Le dieron donde le gusta. Genios.

Desinvitar a Maduro con el cuento de que es un dictador es populista: si fuera verdad que el Perú tiene tantos escrúpulos, tendríamos que revisar nuestras relaciones con un par de decenas de nuestros visitantes oficiales y socios comerciales. Para empezar, y sin ir lejos, con Honduras (los últimos comicios declarados fraude por la OEA) y la Cuba de Raúl Castro. Pero a ellos sí los vamos a dejar entrar, ¿no?

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