Elizabeth Truss (Foto: Handout / Russian Foreign Ministry/AFP)
Elizabeth Truss (Foto: Handout / Russian Foreign Ministry/AFP)

Es el titular que apareció en el Daily Star horas antes de la dimisión de Elizabeth Truss. ¿Qué durará más? ¿La lechuga o la primera ministra?

No sobrevivió a la lechuga, y por decisión propia, o más bien presionada por su propio partido, se ha convertido en la jefa de gobierno más fugaz de la historia británica. Solo 44 días en el poder.

Tras el cese de su ministro de Economía, al que siguió como anticipo de su renuncia la de su ministra de Interior, estuvo claro cuál sería el rumbo a seguir por Truss. Aunque ella menos de 24 horas antes se afirmara en el poder.

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Si grave era la situación que dejó Johnson, la renuncia de la primera ministra no ha mejorado un ápice la situación del reino.

Se dice que esta renuncia, sin duda acelerada por los errores en los que incurrió en materia de impuestos y que hundieron rápidamente a la libra esterlina, deja alguna lección. Por ejemplo, que hay que tener cuidado en manejar los hilos de la política impositiva. No valen los diletantismos. Y lo que hizo Truss parece obra de inexperta.

Pidió perdón pero las bromas acerca de su fugaz liderazgo no se hicieron esperar. Ahora el Partido Conservador, cada vez más desacreditado ante su propio electorado y quiero pensar que ante sí mismo, tiene que volver a elegir a un nuevo primer ministro. ¿Nuevo? Dicen que el inefable Boris Johnson está moviendo hilos para ser repuesto. Sería una broma del destino que el mundo no se merece.

En una semana debe haberse producido el cambio. No sé qué pensará el inexperto Carlos III, pero da la impresión de que el destino, con él, se está portando bien: quién le iba a decir que tan rápido se iba a iniciar en el protocolo de recibir a un nuevo jefe de gobierno.

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Romy Chang