La democracia que hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas, odios y diferencias, señala el columnista. - Fotos: Leandro Britto / @photo.gec
La democracia que hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas, odios y diferencias, señala el columnista. - Fotos: Leandro Britto / @photo.gec

El martes 4 de abril, el Congreso evitó que la presidenta Dina Boluarte enfrente su primer proceso de destitución. Los 64 votos que se opusieron al trámite de la vacancia le dieron un claro mensaje a los otros 37 que votaron a favor y a los 10 tibios que se abstuvieron (izquierda y progresía), que estos son tiempos de gobernabilidad, y que va en serio. Para la histeria de ellos, estamos ante la más alta probabilidad que la mandataria se quede en el poder hasta 2026. Por ahora, no funcionará la “gobernabilidad trucha” que trataron de imponernos durante el nefasto gobierno de Pedro Castillo. No dudamos que planean nuevas etapas de violencia o más “tomas de Lima”, pero, estamos seguros, no prosperarán. El pueblo decidió: No a los totalitarismos.

No es fácil aceptar que la presidenta Dina Boluarte gobierne hasta 2026, así haya tomado distancia de sus antiguos socios políticos y amigos. Lo cierto es que, para sorpresa de muchos, durante esta gestión se está recuperando la senda de la economía, enderezando el rumbo de la inteligencia nacional, tratando de rescatar la decencia institucional, limpiando al Estado de la gran cantidad de incompetentes que se subieron al coche y desarticulando el “ejército paralelo” que quisieron construir, así como atender las necesidades de la población. Aún persisten los desaciertos, pero confiamos que la designación de funcionarios de alto perfil profesional podría revertir el desastre del gobierno anterior.

Esta es una gran oportunidad para una derecha aún adormecida que debe usar el tiempo que tiene hoy, para organizarse, promover las reformas constitucionales que hagan falta para mejorar el sistema electoral y otros temas pendientes. Sin embargo, todo esto dependerá de quienes sostuvieron la democracia en el pasado, y también en el presente: El Congreso, los medios y redes sociales, el equipo Especial de policías y fiscales, y la ciudadanía. El Congreso debe hacerse una “limpia” y desaforar (no sancionar) a cuanto delincuente vaya descubriendo; los medios y redes contribuir con mejorar la comunicación a todo el país; fiscales y policías continuar con las capturas que sean necesarias; y los ciudadanos, que tenemos que estar vigilantes de la democracia y dispuestos a defenderla como hace algunos meses.

La democracia que hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas, odios y diferencias de quienes estamos del lado correcto de la historia. Que nadie se sienta ganador, mesías, irremplazable, único u ‘outsider’, porque un liderazgo solitario y sin unidad, no servirá de mucho. Necesitamos empujar a los partidos políticos para que se concentren en la unidad para las siguientes elecciones. ¡Por una verdadera gobernabilidad, vamos todos por la unidad! ¡Sí se puede!