[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “PASO pa atrás, pa atrás, pa atrás”. (@photo.gec)
[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “PASO pa atrás, pa atrás, pa atrás”. (@photo.gec)

Mi amigo Iván Alonso ha publicado hoy en El Comercio una columna cuestionando si las PASO son un avance en la dirección correcta. Sus dudas se basan en que (1) el electorado es inestable en sus preferencias; y (2) quitarle poder a las cúpulas partidarias puede no ser deseable porque son quienes cumplen un papel similar a los gerentes en una empresa privada, ocupándose de desarrollar ideología y doctrina, planes de gobierno, etcétera. Nada más estimulante que discrepar con alguien tan inteligente y bien intencionado.

1. Iván asume que los partidos tienen doctrina, ideología, plan de gobierno y que las dirigencias tienen eso como motivación. En el mejor de los casos, eso describe hoy la excepción, pero no la regla. Los planes de gobierno se hacen porque la ley lo exige y sirven de adorno cuando son gobierno. En el Congreso prima el oportunismo y populismo puro, y en el Ejecutivo una versión más responsable, pero también alejada de lo que se planteó. Dudo que haya habido algún plan de gobierno pospandemia que no incluyera la reforma de la salud pública como prioridad. ¿Se ha hecho o siquiera discutido algo al respecto acaso? Hoy, salvo honrosísimas excepciones, en su mayoría estamos secuestrados por partidos cascarón, en muchos casos liderados por gente con acusaciones diversas, y que usan el poder para su propio beneficio e impunidad. Las dirigencias no dedican su tiempo a pensar temas ideológicos, doctrinarios o sobre cómo ejecutar planes de gobierno. Miremos no más cómo se ha malgastado el financiamiento público a los partidos.

2. La comparación con una empresa es engañosa. Las ventas miden el interés de los consumidores cada día, y eso transmite a los accionistas una señal clara y continua de cuán bien han elegido sus gerentes. Si cotizan en bolsa, se tiene además una valorización de la acción que considera no solo el día a día, sino también activos (y pasivos) de mayor plazo. El mercado político, en cambio, es mucho más imperfecto. Las elecciones son muy infrecuentes, y lo que los economistas llamamos dilema principal-agente es mucho más difícil de resolver. Si los parlamentarios electos le deben su puesto a la cúpula dirigente y no a los ciudadanos, se alinearán con sus pedidos y no con lo que la población exige. Cada uno de los múltiples y reiterados blindajes a todos los congresistas que hemos visto son prueba de ello. La población quería sanción, los otorongos ni de broma. Nunca hemos tenido esta cantidad de congresistas (82 de 130) con carpetas fiscales abiertas según RPP, apenas 5 votos menos de lo necesario para aprobar reformas constitucionales en dos legislaturas o para nombrar al defensor del Pueblo, que ahora deshace una institución en favor de quienes lo nombraron, cubriendo todo el espectro: desde el prófugo Cerrón hasta López Aliaga. Tampoco hemos tenido un presidente del Congreso con tantas acusaciones. Los partidos políticos no solo no filtran ex ante, sino que no hacen nada ex post. Con las PASO, será responsabilidad de los ciudadanos filtrar.

3. Hoy somos el país que menos satisfecho está con la democracia en la región, y frente a la inseguridad ciudadana, lo más probable es que se pida mano dura. Las PASO nos obligan a hacernos responsables de quiénes elegimos. Y nos permiten salir del secuestro en que estamos hoy de dirigencias que han demostrado no estar a la altura de las circunstancias. Como decía Douglass North, las reformas institucionales son dependientes de la trayectoria. No hay reforma electoral perfecta, y es difícil pensar alternativas que sean viables y tengan efectos similares. En el momento en que estamos y de dónde venimos, no deberíamos dar PASO atrás, pero el Congreso parece estar decidido a cantar esa canción de mi infancia hasta el final.

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