“La gente no distingue entre los cambios requeridos para mejorar el bienestar de la población y aquellos que traerían más pobreza, desempleo e inflación”.  (Foto: Andina)
“La gente no distingue entre los cambios requeridos para mejorar el bienestar de la población y aquellos que traerían más pobreza, desempleo e inflación”. (Foto: Andina)

Dentro de dos semanas elegiremos un nuevo gobierno, pero ya tenemos un Congreso fraccionado donde será difícil lograr consensos para hacer las reformas institucionales que requiere el país, aunque sería más fácil conseguirlos para implementar leyes populistas, que no resuelven problemas de fondo y más bien los agravarían.

Si gana Castillo con su plataforma izquierdista, evidentemente la pasaremos peor porque se afectarán los flujos de capital, aumentando el precio del dólar, el costo del crédito, las tasas de interés en general y la canasta básica de consumo. La duración e intensidad de estos efectos dependería de los mensajes que se den al país luego de la elección. Ojalá que en ese caso Castillo tenga la apertura para escuchar a los especialistas que le expliquen la importancia de morigerar su propuesta y así reducir la incertidumbre y generar confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros, porque sin ellos no hay crecimiento ni desarrollo. El debate del domingo nos mostró su equipo improvisado carente de propuestas y de capacidad de gobernar. De ganar necesitaría hacer una convocatoria más amplia para poder hacerlo.

Si gana Keiko tampoco la tendremos fácil, si bien podemos esperar mayor estabilidad en cuanto a políticas y nombramientos de funcionarios idóneos en puestos claves en el Ejecutivo, las presiones sociales y políticas que recibiría su gobierno serán muy fuertes. La polarización del país tampoco ayuda. Ya vimos lo que ocurrió recientemente en Chile y Colombia.

La gente no distingue entre los cambios requeridos para mejorar el bienestar de la población y aquellos que traerían más pobreza, desempleo e inflación. Lamentablemente las reformas necesarias, si se pudieran implementar, no darían frutos en el corto plazo, y la presión social y el descontento son evidentes, por lo que medidas de corte populista parecen inevitables. Ambos candidatos han propuesto ampliar subsidios y programas sociales en sus debates y campañas.

Indistintamente de quien gane, vendrán presiones por este tipo de medidas que sólo son válvulas de escape y corrigen poco. El reto será cómo financiarlas sin establecer impuestos confiscatorios que causen desconfianza, ahuyenten la inversión, o generen distorsiones. Debemos salvaguardar el esfuerzo de los últimos treinta años que nos situó como una de las economías con mejor manejo macroeconómico de la región, donde solo estamos debajo de Chile en cuanto a calificación de riesgo. No hacerlo implicará más pobreza y descontento social.


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