[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Preaviso para desocupar”
[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Preaviso para desocupar”

Dos ideas para empezar. Una: el Perú podría sacar lecciones del reciente adelanto de elecciones generales en España. En un momento crítico de nuestra historia, entre incertidumbre y desencanto, podríamos considerar ese adelanto como una opción válida y oportuna para revitalizar la democracia. Deberíamos mirar la experiencia española para buscar alternativas audaces que rompan la inercia política que nos abruma. Otra: la guerra civil en España y el terrorismo de Sendero en el Perú fueron episodios trágicos. Si bien fueron realidades distintas, se parecen en que dejaron cicatrices profundas en la sociedad y la dividieron.

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Todavía está pendiente sanar heridas, lograr reconciliación y reconstruir convivencia. Para eso, la memoria colectiva es fundamental, para que no se repitan nunca más. ¿Cuál es la conexión entre esos dos temas? Se lo digo: han sido editados por ChatGPT. Le pedí que revisara lo publicado en esta columna y, siguiendo el estilo, redactase algo sobre el adelanto de elecciones y sobre la violencia en España y en Perú. ¡Y ya está, trabajo hecho! Es verdad que la inteligencia artificial (IA) no ha logrado descifrar del todo los matices de lo que pienso en esos temas, ni los detalles de cómo lo escribo, pero poco falta. Seré sustituible, salvo que me reinvente. A eso voy.

Cada vez que se avecina una transformación productiva, se temen despidos masivos. Ocurrió hace 250 años, con la primera revolución industrial. La automatización de las fábricas obligó a millones de trabajadores a adaptarse a las nuevas formas de producción. Los que no pudieron perdieron empleo. Desaparecieron varios pueblos levantados a la sombra de fábricas tradicionales. Esa fue la parte fea. Pero, al mismo tiempo, la productividad se multiplicó y permitió que los salarios reales se incrementaran, se concedieran beneficios sociales (seguro social y vacaciones) y se redujera la jornada laboral a ocho horas. Esa fue la parte buena. Algo similar deberíamos esperar de la IA, solo que los empleos que se perderán no serán los manuales, sino los intelectuales. Un estudio de Goldman & Sachs vaticina que la IA solo afectará al 30% de las posiciones fabriles, reemplazando el 10% y mejorando el 20%, mientras que en los servicios (legales o financieros) la IA afectará al 100% de las posiciones, reemplazando el 44% y mejorando el 56%. En sencillo, es más probable que la IA sustituya a un gerente o a un abogado que a un obrero de construcción. Si eso viene así, deberíamos empezar a diseñar políticas públicas para mitigar las pérdidas de empleo y para aprovechar los incrementos de productividad.

El estudio pone a Perú a media tabla. La IA afectará poco porque nuestra economía no es sofisticada. No es consuelo porque, así como no va a afectar tanto, tampoco la vamos a aprovechar. Explico por qué. Miremos a los nacidos después de 1995 (centennials), que tienen entre 15 y 24 años. Son nativos digitales, con los mayores incentivos para aprovechar la IA. Pero, conforme al censo del INEI de 2017, la mitad solo tiene secundaria y la cuarta parte no ha terminado instituto ni universidad, esto es, un 75% sin formación competitiva. Con ese nivel, la gran mayoría trabaja en empleos básicos (22% en ocupaciones elementales, 27% en servicios o mercados y 12% en construcción). Por otro lado, dejando la inteligencia de lado, ¿qué queda? La otra inteligencia, la emocional, la del factor humano, la que mueve montañas y la que entiende lo que el pensamiento no comprende. Pues también mal. Un estudio de la Universidad de Piura y Konecta sobre los centennials muestra que el 62.5% no tiene estabilidad emocional y que la mitad sufre depresión y ansiedad. Efectos tardíos de la pandemia que los aisló en la etapa más crítica de su adolescencia. Con ese capital humano no vamos a ir muy lejos, salvo que ahora sí nos preocupe una verdadera reforma educativa, sea prioritario crear empleo de calidad y sintamos la urgencia de atender la salud mental. O sea, tenemos que reinventarnos como país. Es mucho, así que deberíamos empezar ya.

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