“Antes de que vaya a suceder el previsible colapso, los defensores de la República tenemos que responder: ¿Qué después de la caída de los bárbaros? ¿Y qué haremos nosotros, que también somos bárbaros, para que esto no vuelva a suceder?”.
“Antes de que vaya a suceder el previsible colapso, los defensores de la República tenemos que responder: ¿Qué después de la caída de los bárbaros? ¿Y qué haremos nosotros, que también somos bárbaros, para que esto no vuelva a suceder?”.

Ya sé que no hay tiempo, que urge defender la República. Ya sé que semana a semana demuelen la patria y su espíritu. Ya sé que estamos en una revolución socialista y que, en ese trayecto, mostramos lo peor de nosotros. Ya sé que creen tener una chacra de empleos para su mafia y un escenario infecto de corrupción sin nombre. Y ya sé que nos hieren y agobian con populismo y mercantilismo.

Sin embargo, antes de que vaya a suceder el previsible colapso, los defensores de la República tenemos que responder: ¿Qué después de la caída de los bárbaros? ¿Y qué haremos nosotros, que también somos bárbaros, para que esto no vuelva a suceder?

Sin ocultar posiciones, pero con imaginación y esfuerzo, el Perú debe tener: 1) un genuino y ampliado liberalismo económico; 2) una revolución de la propiedad privada, con sus grandes transformaciones de formalización y socialización; 3) una oposición frontal contra populismo, mercantilismo y corrupción; 4) una gran promoción de la competencia y los concursos privados; 5) unas empresas que, para curar su reputación y nuestras heridas, impulsen e inviten a otras competidoras intachables, de reputación mundial, a competir con ellas, para ganar y perder en justas limpísimas; 6) un pacto de conducta, educación cívica y ética; y, 7) un otorgamiento de mayores derechos civiles, así como muchas cosas más. Que los hechos hablen por nosotros con las indemnizaciones pagadas, las enmiendas de conducta y el perdón sin olvido.

Pase lo que pase, hoy escribo a pocos (así se empieza). Ganaremos las batallas si creemos en las personas valerosas, para que alguna vez se diga en el Perú, como Churchill a los aviadores de la RAF: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”.


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