“Las recientes elecciones son el segundo intento promovido por la izquierda de la nueva Constitución. Ahora la derecha tiene la responsabilidad de consensuar en las reformas, sin refundar el país”. (Foto de CLAUDIO REYES / AFP)
“Las recientes elecciones son el segundo intento promovido por la izquierda de la nueva Constitución. Ahora la derecha tiene la responsabilidad de consensuar en las reformas, sin refundar el país”. (Foto de CLAUDIO REYES / AFP)

Desde octubre de 2019, luego de la destrucción del metro y de propiedad pública por el alza del pasaje, Chile ha transitado desde el radicalismo violentista izquierdista hasta la elección de un Consejo Constitucional con mayoría derechista del Partido Republicano y de Chile Seguro, con 56.5% (33 asientos de 50), que se encargará de elaborar una nueva Constitución. Esta reemplazaría a la Constitución de Pinochet (1980), dependiendo del plebiscito de diciembre de este año. La izquierda y pueblos indígenas obtuvieron 17 asientos.

El estallido social de 2019 encumbró a Boric a la presidencia en 2021. Pero, ‘su’ proyecto de nueva Constitución, denominada Convención Constitucional, fue rechazado en setiembre de 2022 con 62%. La izquierda asumía un cheque blanco; la población pedía cambios, también bienestar económico y sociedad más justa sin extremos. La propuesta de Constitución “plurinacional” amenazaba la institucionalidad e identidad nacional, afectando y sometiendo las libertades individuales.

Las recientes elecciones son el segundo intento promovido por la izquierda de la nueva Constitución. Ahora la derecha tiene la responsabilidad de consensuar en las reformas, sin refundar el país, buscando puntos de encuentro, resguardando las libertades que la actual Constitución garantiza. Kast, el gran ganador con aspiraciones electorales, pondrá a prueba la gobernabilidad. No debe convertir la Constitución en un proyecto político que desvirtúe el mandato.

El fracaso político de la izquierda chilena es una lección continental. El continente está copado por el socialismo del siglo XXI y se debilita por pésimos resultados económicos en Venezuela, Bolivia y Argentina, mientras los nuevos socios, Petro y Boric, tienen problemas de gobernabilidad e insatisfacción ciudadana.

Paradójicamente, el proyecto constitucional será ‘redactado’ por una mayoría que creía que Chile no necesitaba nueva Constitución o al menos que no requería de cambios sustantivos. Chile optará entre una nueva Constitución de Kast y la de Pinochet.

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