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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Esta primera vuelta electoral me ha mostrado que mucha gente sería capaz de votar por el 'Negro Canebo' si les ofreciera no cambiar el statu quo económico y social, antes que votar por un "rojo". Y es que ante los ojos de la derecha afiebrada y los clasemedieros que piensan que como a ellos les va bien entonces no hay por qué cambiar nada, cualquier voz que pida más inversión en salud y educación de calidad, o una participación más activa del Estado en la economía, principalmente regulatoria y participativa en los casos que el mercado termine excluyendo a sectores de la población, es antisistema, comunista y rojete. Sin embargo, ese "Frente Nacional de Defensa del Modelo Económico (Fenademe)" pone de manifiesto su doble moral al elogiar los derechos ganados y sociedad de bienestar que observa en sus múltiples viajes al exterior, pero se opone a ello en el Perú.

Creo que nuestra experiencia reciente, data electoral y simple observación de la realidad nos muestra que se tienen que hacer cambios al modelo ¡ya!, caso contrario lo que se viene no es un próximo gobierno de Verónika Mendoza, sino de caudillos realmente radicales e intransigentes como Gregorio Santos o Antauro Humala.

Esta debería ser una lección aprendida por la derecha de nuestro país que busca defender el modelo actual hasta quemar el último cartucho. La única forma sostenible de generar riqueza es la inclusión social.

Y no solo la inclusión social como concepto teórico, sino trabajar en conjunto para que todos los ciudadanos del Perú cuenten con condiciones de vida dignas e igualdad de oportunidades.

Ya vimos qué ha pasado con Conga y demás proyectos mineros en las zonas con mayor pobreza del país.

Los candidatos que se encuentran en segunda vuelta no han mostrado hasta ahora ninguna señal de acercamiento o conciliación real hacia los votantes que propugnan un cambio en el país.

Al contrario, en algunos casos se les sigue menospreciando, pasando de decirle "rojos" a "frustrados". Porque, claro, no hay ninguna otra circunstancia por la cual uno buscaría un cambio en el país, salvo frustración.

Esa estrechez de mente y poco conocimiento del país es el que nos tiene en esa situación de fractura social que se evidencia de manera gráfica en el mapa electoral y que nos lleva a una segunda vuelta en la que el cambio es un tabú y solo nos resta votar por el candidato que nos parezca moralmente menos lesivo.