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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Si se confirma, es una muy buena noticia que el presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski, piense en designar como ministro de Relaciones Exteriores a un diplomático de carrera. Se necesita a alguien que regrese Torre Tagle a un buen rumbo, y que asesore adecuada, prudente y profesionalmente al presidente de la República.

Los tiempos actuales exigen que los países tengan cancillerías sólidas y fuertes, aunque también versátiles y modernas, pero, sobre todo, muy profesionales y bien formadas. Lamentablemente no todos lo entienden bien, o no lo quieren entender por otro tipo de intereses.

El gobierno de Ollanta Humala redujo la Cancillería a una dependencia cuyos titulares –con alguna excepción que confirma la regla– se convirtieron en simples asistentes que cumplían las órdenes y voluntades de Palacio de Gobierno, sin ninguna capacidad de aconsejar, asesorar o influir para bien.

Los resultados de ese tipo de gestión saltan a la vista. ¿Hoy, diría usted que tenemos canciller?, ¿conoce usted su nombre y rostro?, ¿ha oído alguna vez su voz?

Esto llevó a que, en algunas de nuestras principales embajadas, se nombrara como nuestros representantes a personas sin ningún mérito para serlo, o cuyo currículum solo tenía un ítem importante: su relación o lealtad con la pareja Humala. Un ejemplo mayúsculo –aunque solo una muestra– lo tenemos en Francia, donde tuvimos como embajadora a quien ahora genera una serie de dudas y sospechas, y no precisamente por temas relacionados con su inesperada función.

Es de esperar que el nuevo canciller tenga sumo cuidado al proponer a los titulares de nuestras principales embajadas. Estados Unidos, Francia, España, China y Gran Bretaña –solo por citar algunas– merecen tener diplomáticos de carrera y experimentados, con capacidad y trayectoria para representarnos, pero, sobre todo, con una formación sólida que impida que casos como el de París vuelvan a suceder.