Según las pesquisas del equipo especial del Ministerio Público, entre 2018 y 2020 fueron más de cien licitaciones de obras y concursos públicos en los cuales se habrían producido irregularidades y pagos bajo la mesa.
Según las pesquisas del equipo especial del Ministerio Público, entre 2018 y 2020 fueron más de cien licitaciones de obras y concursos públicos en los cuales se habrían producido irregularidades y pagos bajo la mesa.

Las imágenes son, por sí mismas, impactantes. Un oficial de la Policía posa al lado de decenas de fajos de billetes recuperados, producto de sucesivos sobornos que un colaborador eficaz, Alcides Villafuerte, estaba devolviendo luego de tener el dinero escondido en su domicilio de Miraflores. 500 mil soles contantes y sonantes, como se suele decir.

La semana anterior ya otro colaborador eficaz había devuelto alrededor de 250 mil soles, de similar procedencia. Que a nadie le asombre, entonces, por qué tantos funcionarios del Estado se rinden ante el poder de mafias, malos empresarios e intereses oscuros de cualquier naturaleza. Esa foto es el retrato más elocuente de la corrupción en el Perú.

Y en este caso el protagonismo recae en una red criminal que, a juicio de los investigadores, encabezaba el expresidente Martín Vizcarra: Los Intocables de la Corrupción.

Las devoluciones consecutivas de exfuncionarios implicados en este entramado de coimas dejan muy mal parado al moqueguano, pues entre los colaboradores y testigos del caso figuran personajes que trabajaron estrechamente con él durante su gestión. Saben de qué hablan.

Según las pesquisas del equipo especial del Ministerio Público, entre 2018 y 2020 fueron más de cien licitaciones de obras y concursos públicos en los cuales se habrían producido irregularidades y pagos bajo la mesa.

Se dice, por ejemplo, que la organización, presuntamente liderada por Vizcarra, cobraba el 3.5% del valor de cada obra que se licitaba desde Provías Descentralizado. Cobros ilícitos que se facilitaban porque, según la tesis fiscal, Villafuerte “conocía a la mayoría de los empresarios que postulaban a las obras”: era él quien establecía los montos y recibía el dinero. Y de ahí en adelante, este se iba repartiendo “hacia arriba” en el escalafón, entre los funcionarios implicados –cadena distributiva que incluía a un exdirector ejecutivo de la institución y a un exministro de Estado– hasta llegar al despacho presidencial.

El hilo de la madeja recién se ha empezado a desenredar, pero todo indica que el curso de la investigación va bien encaminado. Las detenciones realizadas, así como la documentación y los testimonios recabados cobran cada vez más sentido para los fiscales.

El expresidente todavía alega inocencia, pero son cada vez menos quienes creen en ella. Mejor que le vayan haciendo sitio de una vez en el vecindario de Barbadillo.