[OPINIÓN] Andrés Romaña: “Dejando el camino libre a una Constituyente”. (foto: GEC)
[OPINIÓN] Andrés Romaña: “Dejando el camino libre a una Constituyente”. (foto: GEC)

La presidenta Dina Boluarte se encuentra paralizada, arrastrada por la rutina protocolar. Ha asumido que se quedará hasta 2026 ahora que las calles están “calmadas”, y se dedica a asistir a eventos y ceremonias; es decir, a vivir la experiencia protocolar completa de lo que significa ser presidente.

El “que se vayan todos” de 2020, que significó un “que se vayan los políticos actuales”, hoy significa un reclamo de nuevas instituciones. Es por ello que Dina probablemente sea la presidenta más eficaz que ha tenido la izquierda: Es de izquierda, sus errores y cuestionamientos se los atribuyen a la derecha y al final su incapacidad para gobernar, sumado el egocentrismo de los congresistas de derecha, empujan a la población a pensar que una constituyente es la única salida.

Faltan más de tres años para el nuevo periodo, evidentemente este no es un gobierno de transición. Por ello, la presidenta tiene que enfocarse en el sur, así no la quieran, y preparar una batería de proyectos que no se queden en abstracciones, sino que se plasmen en concreto. Pero para ello se necesita un nuevo gabinete. El premier Otárola no solo sobra, también es una carga para el Ejecutivo. Se necesita a alguien más dinámico, conciliador y con tino político. Aquello debería ser la prioridad de las bancadas de derecha en el Congreso, que no se dan cuenta que su condescendencia solo está incrementando un rechazo hacia el Estado de derecho y la Constitución que dicen defender.

El hoy recluso Toledo, cuando fue presidente, tuvo una aprobación de 7% en 2004, y pudo remontar y terminar su mandato con un 35%.  Sin embargo, parece que el Ejecutivo y el Congreso han aceptado la idea de convivir con una alta desaprobación que implica no solo un rechazo hacia los políticos, sino a las instituciones mismas. Esto, de seguir así, nos llevará inevitablemente a una constituyente.