La normalización de las muertes de ciclistas y peatones ha vuelto insensibles a las autoridades y a la sociedad en general, señala la columnista.
La normalización de las muertes de ciclistas y peatones ha vuelto insensibles a las autoridades y a la sociedad en general, señala la columnista.

Así como los Rolex de la presidenta son más importantes que los más de 60 muertos en las protestas contra el gobierno, hay otros muertos que en este país no importan. La normalización de las muertes de ciclistas y peatones ha vuelto insensibles a las autoridades y a la sociedad en general.

El Observatorio Nacional de Seguridad Vial reportó en 2023 87,172 siniestros viales, una cifra que se encuentra muy subrepresentada, pues una gran porción de estos siniestros no se alcanzan a reportar por distintos motivos (no fue un incidente muy grave, se arreglaron entre los involucrados, desconfianza en la denuncia, etc.).

Cabe indicar que los especialistas prefieren hablar de siniestro y no de accidentes viales, pues los accidentes tienen carácter fortuito y suelen ser inevitables. Por ejemplo: un conductor que tiene un ataque cardiaco y producto de eso atropella, mientras que, en nuestro país, en la mayoría de casos estos incidentes se pueden evitar: ofreciendo mejor infraestructura, tráfico más calmado, vehículos más seguros y conductores más cuidadosos… por eso son siniestros y no son accidentes.

De los siniestros reportados, 58,082 personas han sido registradas como lesionadas, tanto de forma leve como de gravedad. Es decir, que más de 58 mil personas y sus familias han visto impactadas sus vidas y su bolsillo por tener que atenderse médicamente producto de un siniestro vial.

El año pasado murieron 3,138 personas en las pistas del país. Es decir, cada día mueren entre 8 y 9 personas en el Perú. Esta semana, la estadística de 2024 sumó a una persona: el señor que fue atropellado por un bus en el óvalo Higuereta. Obviamente este óvalo está pésimamente diseñado y los peatones y ciclistas están en riesgo constante, con una ausencia de semáforos que –como hemos visto– cobra vidas, pues el semáforo vehicular que ahí se encuentra es una permanente luz roja parpadeando, advirtiendo a los conductores que deben ingresar a esas calles con precaución y a baja velocidad.

Pero vuelvo a la normalización de parte de nuestra sociedad. Cuando compartí estas cifras en Twitter, algunas personas cuestionaron al ciclista pues seguro se estaba pasando la luz roja (no lo hizo), otra indicó que “a cualquiera le puede pasar” refiriéndose a los conductores y, así como esos, muchos tuits decían algo similar.

No solo estamos frente a la pérdida de empatía, sino también ante la justificación pues, al fin y al cabo, son muertos que no valen nada. Hasta que te toque a ti, hasta que te toque a ti.