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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Beto Ortiz,Pandemoniobortiz@peru21.com

Como quiera que hemos leído más que todos ustedes, simples mortales, nosotros, los letraheridos * –que hemos gastado el íntegro de las regalías de nuestros treinta libros publicados en cuarenta años de inútil psicoanálisis–, sabemos más de la vida porque estamos mejor preparados para descifrar sus enigmas. Esta semana, por ejemplo, tras una vida devorando a Heidegger y a Wittgenstein, a T.S. Elliot y a Ezra Pound, a Foucault y a Derrida, estamos en condiciones de anunciarles que el asunto de máxima urgencia en la agenda política nacional es, por supuesto, qué duda cabe: El Negro Mama. Mi mama, mi taita, cuidao con la criatura. Nosotros, los letraheridos, tenemos bastante más mundo porque, obviamente, hemos viajado más que ustedes. En honor a ello, déjennos decirles que esto, en la Europa de los skin-heads, no nos pasaba. Y en Estados Unidos, menos. Allá sería impensable, inadmisible, imperdonable un Negro Mama en la televisión abierta. Allá podrán matar de un balazo a un adolescente negro solamente porque usaba casaca con capucha y absolver al asesino pero, ¿caricaturizar a un negro? Jamás. Ningún comediante de Saturday Night Live se atrevería. Se lo decimos nosotros, los letraheridos, humanistas librepensadores, insospechables como somos del menor atisbo de racismo. No es cierto que las personas afrodescendientes se limiten a la loable labor de cargar, con guantes blancos, los ataúdes en nuestros sobrios funerales, exentos de pompa. Calumnias. Siempre hemos cuidado que en cócteles, fiestas y ágapes de toda índole se respete escrupulosamente el porcentaje reglamentario de invitados pertenecientes a las minorías étnicas. Prueba de ello es que, con el amplio espíritu democrático que nos caracteriza, hemos recibido con los brazos abiertos, por ejemplo, a nuestra gran Susana Baca, innumerables veces, incluso aquellas en las que, fiel a su exótica costumbre y en abierto desacato al dress code, ha preferido presentarse descalza. Es tan natural y espontánea. Nos hace acordar tanto a nuestra ama Zenobia que nos preparaba aquel delicioso arroz zambito. Susana, te amamos.

Quisiéramos ser absolutamente claros y enfáticos en este punto que nos parece clave: tenemos amigos negros, ¿okey? Cecilia Tait nos parece regia, y no menos regio el Antonio Wells García Miró, hijo modelo de Pepita con un músico africano. Amamos a la guapérrima Mónica Molina, que es la única negra que sale todas las semanas en Circo Beat, siempre del brazo del divertido pintor Cuco Morales. Nos encantan los hermanos Ballumbrosio, muy especialmente cuando aparecen en el antropológico documental de Javier Corcuera, en los grandes espectáculos de La Tarumba o en aquellas legendarias fotos del Lorry Salcedo en sus comentadas incursiones en El Guayabo de los años 80. ¡Currúncun! ¡Acurruncuncún! ¡Y qué decir del bienamado Paolo Guerrero, imagen de una docena de campañas y portada de todas las revistas del jet set! ¡Acurruncunquíncun! ¡Acurruncuncún! Nosotros, los letraheridos, que –perdonando la inmodestia– escribimos mejor que ustedes, analfabetos funcionales de la era del chat, estamos en capacidad de decirles cómo deberían ser las cosas acá. Y, en un gesto de solidaridad que nos enaltece, compartimos con ustedes el fruto de nuestros diversos saberes adquiridos en las más prestigiosas universidades del mundo. Y en lo que respecta al Negro Mama, hemos llegado a la conclusión unánime de que ese Negro no es de aquí. Ese Negro es de Acarí. Hay que matar a ese Negro. Ay, la ponde, ponde, ponde. Ay, la pondé-é-é.

Como somos más susceptibles –y más sensibles– que los demás, nosotros, los letraheridos, captamos las señales del universo con mayor intensidad, sufrimos el dolor ajeno cual si fuera propio y, ante la injusticia, nos indignamos siempre el doble y gritamos más alto que los demás. Por ello queremos dar un enérgico llamado de atención a nuestro Gobierno de Inclusión Social: Pronto, prohíban al Negro Mama. Necesitamos un Estado paternalista y censor que decida de qué debemos reírnos y de qué no. Queremos convocar a todas las fuerzas vivas del país, a todos aquellos que alguna vez se hayan sentido aludidos por algún sketch cómico para comenzar de una vez por todas a victimizarnos y llorarle públicamente al Gobierno para que nos defienda de todos estos chistositos que nos están discriminando. Unámonos. Armemos una compacta bola de llorones. Acusémoslos con nuestro papá gobierno. Negros a los que JB personifica pintado de negro. Maricones a los que Carlos Álvarez mariconea. Viejos a los que les dicen viejos. Cholos a los que cholean. Enanos a los que les dicen enanos y no personas pequeñas. Gordos a los que Ollanta, sistemáticamente, gordea. Feos a los que les dicen feos y no "personas de estética distinta". Basta ya. Esto no tiene nada de gracioso. Y si lo tuviera, el Ministerio no lo multaría. ¿Quién mejor que un comisario para administrar el sentido del humor? Si el Estado defiende a los bufeos porque el chancho marino es delfín, ¿por qué no los defiende a ustedes que también están amenazados por el bullying de los sketches cómicos, que también son débiles, frágiles, inermes y con habilidades diferentes? Inscriban de una buena vez en Registros Públicos su asociación de defensa, háganse entrevistar en los noticieros y, con una copia del video, pídanle un culo de plata a Suecia. ¿Qué están esperando? Victimícense ya.

  • Letraherido: Galicismo. Dícese de aquellos seres marcados por el estigma de la palabra escrita. Personas que solo pueden respirar si están rodeadas por altas montañas de doctos libros. Gentes iluminadas que viven leyendo y escribiendo todo el tiempo. Apóstoles de la letra, líberos de la idea, adalides de la erudición.