Redacción PERÚ21

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El pasado jueves 16 de marzo, cerca de las 8 y media de la noche, Alejandrina Hilario Segovia y toda su familia se disponían a dormir en la casa que sus padres habían construido hace 20 años, en Carapongo, .

Se había ido la luz, todo estaba oscuro. Lo único que queda por hacer era irse a dormir, pero los gritos de sus vecinos comenzaron a oírse cada vez con mayor fuerza: el río Rímac se había desbordado.

Aunque Hilario Segovia no podía ver casi nada, subió al tercer piso donde dormían sus padres con su hija y los despertó. También alertó a sus hermanos. Tenían que escapar.

Corrió con toda su familia en dirección al cerro para estar a salvo. Durmieron a la intemperie. Regresaron al día siguiente con la esperanza de ver su casa en pie, pero no.

"Parece un sueño todo, pensé que no había pasado, pero cuando vinimos acá y vimos la casa destruida, se nos partió el alma (…) No pudimos sacar nada de nada, nos quedamos con lo puesto. La casa soportó dos días hasta caerse por completo", cuenta acongojada esta mujer de 30 años.

Hilario Segovia dice que cuando la casa se cayó, su padre [de 55 años de edad] se puso triste y quería subirse al techo de la vivienda y no salir; y lloró, "porque es el esfuerzo de toda una vida", expresó.

Dos días después de la tragedia, la familia Hilario fue trasladada hasta el albergue temporal Los Alamos, uno de los diez que levantó la Municipalidad de Lima en esta zona como ayuda a los damnificados por los huaicos.

— Diario Perú21 (@peru21noticias) 2 de abril de 2017

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