"Tu calvario terminó", fue su frase al pagarme por mi último día de trabajo.
"Tu calvario terminó", fue su frase al pagarme por mi último día de trabajo.

Redacción PERÚ21

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Más allá de quién haya sido. En mi caso, lo más importante para mí, es compartir esta experiencia. Una siempre está expuesta y vulnerable. Por más que digan que una está en todas sus facultades para decir que "no", hay muchas razones que impiden frenar este tipo de situaciones.

Fue mi primera chamba, era en el Teatro del Universidad Católica (TUC), iba a trabajar para alguien a quien admiraba. Acepté, por su puesto que sí, ¿Cómo no mandarme en ese reto? ¡Más aun si era con él!

Yo era muy chica. Reemplacé a un amiga como su asistente en su taller de actuación para jóvenes. Aprendí de él, a pesar de que tenía atrevimientos conmigo. Era como si tuviera dos personalidades: él sabía cuando jugar con cada una de estas caretas.

Hubo muchas razones que impedían que dejara ese trabajo. Me sentía entre la espada y la pared. Deseaba aprovechar la oportunidad. Era un honor trabajar con él. Además, debía cumplir con mi amiga. Tuve un remolino de sensaciones y sentimiento encontrados.

Una vez, mientras los alumnos estaban realizando un ejercicio de confianza, a ojos cerrados... sentí algo. Era él, quiso darme una palmada en el trasero. Mi reacción lo evidenció ante los alumnos. 

Al final de la clase me dijo: "No vuelvas a hacerme eso", a lo que yo le respondí: "¡Y tú, no vuelvas a intentar tocarme!" A partir de ese momento, cambió y empezó a respetarme. Fue como anular su lado oscuro y volvió a comportarse como el maestro que era. 

"Tu calvario terminó", fue su frase al pagarme por mi último día de trabajo. Todo el tiempo fue consciente de la incomodidad que me generó.

Cuando sientan que algo está mal, escúchense y pongan un alto a este tipo de situaciones. No se guarden nada. 

Orúe precisa que la persona mencionada en el texto no es Guillermo Castrillón.