Tito Fernández es creador de la plaza de toros La Esperanza, en Lurín. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO).
Tito Fernández es creador de la plaza de toros La Esperanza, en Lurín. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO).

El nacimiento de Regreso fue un acontecimiento. Al lado de la habitación donde descansaban dos de sus hijos y él, estaba el corral de parto de la yegua. Y lo vieron nacer. Tito Fernández se define como amante de los animales. Está sentado debajo del cuadro donde tiene retratado a Regreso, su caballo de 11 años, el único que le queda de los 50 que alguna vez tuvo. Es dócil y con ímpetu, así describe a Regreso, y lo hace con voz serena y pausada.

Esperanza es su palabra favorita. Asegura que es la más bonita del diccionario. Y así se llama el fundo donde vive. Un terreno de casi tres hectáreas, que antiguamente era usado por una familia de japoneses para cultivar camotes, en el corazón de Lurín, distrito al sur de Lima. Espacio donde ha edificado una que este 13, 14, 20 y 21 de noviembre será escenario de cuatro fechas con los mejores toreros del momento, entre ellos el español Finito de Córdoba y el peruano Andrés Roca Rey. Entradas en Teleticket.

Llegó a con cinco caballos, luego de vivir 27 años en Estados Unidos. Dice que partió con mucha rebeldía. Tenía 19 años y había que migrar junto a su familia. “Siempre tuve la esperanza de regresar a mi país”, recuerda y quiebra el silencio del campo.

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-Presenta un cartel casi al nivel de Acho.

Esto nunca será del nivel de Acho. Es una plaza chica. Es muy difícil manejar una plaza tan grande hoy en día. Hay mucha oposición a los toros, hay mucha otra oferta de entretenimiento. Entonces, yo creo que las plazas chicas son más manejables.

-¿Hay una suerte de repliegue de los seguidores de las corridas de toros?

Para nada. Todo lo contrario. La Esperanza es una plaza que viene a complementar Acho. La obligación de nosotros los taurinos es relanzar Acho, darle vida y darle fuerza a la afición. Es como un músculo, si no lo ejercitas lo pierdes. Y los limeños solo tenemos cinco tardes al año, que se da en Acho. Es la necesidad de una segunda plaza, de mantener la afición. La función de La Esperanza va a ser importante porque llena un espacio vacío.

-¿En qué quedó el tema de que Acho ya no sea espacio para las corridas de toros?

Hubo un intento de prohibir los toros en Acho, pero resultó siendo más que nada un pronunciamiento político, un acto inadecuado.

Tito Fernández es creador de la plaza de toros La Esperanza, en Lurín. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO).
Tito Fernández es creador de la plaza de toros La Esperanza, en Lurín. (FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO).

-La Esperanza parece un lugar arrancado de otras provincias fuera de Lima, y recuerda que, más allá de la capital, en el Perú se celebran muchas corridas de toros como parte de las fiestas de los pueblos, donde no solo ciertas élites, como en Lima, van a los toros.

El Perú es un país donde aún se construyen plazas de toros. Los festejos anualmente crecen, mientras que en el resto del mundo disminuyen. No existe fiesta patronal que no termine con una corrida de toros. He recorrido todo el Perú taurino y es impresionante cómo en pueblitos pequeñitos existe una plaza de toros con una capacidad más grande que el número de sus habitantes. Deben haber 500, 700 plazas de toros y siguen aumentando.

-¿Por qué ese crecimiento?

Las corridas de toros en el Perú tienen un profundo arraigo religioso. Se juntan alrededor del patrón del pueblo y le brindan un toro por las bendiciones que les ha dado en todo el año. Algunos le brindan un toro a la virgen por el bienestar futuro. No se hace empresa taurina; los mayordomos donan toros y actuaciones de toreros. Veo muy difícil que ese arraigo cultural desaparezca. En Lima no hay ese fervor religioso. En Lima la fiesta de los toros se ha mantenido muy españolizada todavía. Pero en provincia hay un folclore muy profundo, las corridas de toros se han mestizado. Y cada pueblo tiene su propia identidad.

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-¿Qué es ser torero?

El torero es una persona especial, es una especie diferente. Es muy difícil pararse delante de un animal que te quiere matar, y que tiene el poder de matarte con el giro de su cabeza. El torero le ofrenda su vida. Mucha gente solo ve un acto cruel; cuando lo que estás haciendo es lo que todos hacemos: sacrificar un animal, pero dándole la oportunidad que tome tu vida. En ese contexto creas arte. El animal bravo nace siendo bravo, es un animal de pelea, nació para atacar. Siempre admiré mucho al toro bravo, su bravura de embestir hasta matar. Amamos al animal, por eso le damos una muerte digna. Todos los días se lleva un animal al camal, se le despelleja vivo y lo comemos. Pero en este caso, hacemos una ceremonia de sacrificio, dándole la oportunidad al animal de matar a su verdugo. Hay una profundidad en la tauromaquia que la mayoría de gente no percibe y no lo acepta. Prefiero matar a un animal ofreciéndole mi vida que matarlo en un camal, industrialmente. Igual morirá, porque igual usamos cuero todos los días, igual comemos carne.

-Entre otras razones, cuesta aceptar la agonía a la que es sometido el toro. Se entiende como un regodeo del sufrimiento del animal.

A un animal de la industria de la carne, que casi todos apoyamos, no lo vemos cómo vive. En un espacio de 20 metros cuadrados crecen tres animales, cuatro animales, su trabajo es no moverse para comer y engordar; a los 15 meses, cuando maximice su crecimiento, lo llevan a un camal, lo cuelgan vivo de las patas. Pero el toro de lidia crece cuatro años como un rey, vive en campos abiertos. El día que en una ganadería nace un macho se celebra. Y el día de su muerte, sale a una plaza con la posibilidad de matar a su verdugo. Yo preferiría morir como un toro bravo que como un toro manso.

-¿Intentó ser torero?

Lo hago como aficionado práctico. He toreado en Ecuador, España, México, pero admito que me falta el valor y la capacidad de pensar en esa cuerda floja en la que caminas, entre la vida y la muerte. Los toreros son como gladiadores.

-Usted tiene una foto en internet donde está frente a un toro y tiene la ropa ensangrentada. ¿Qué le dice esa imagen?

Que esa fue una mala tarde. Esa tarde el toro tuvo más habilidad que yo. En algún momento pensé que me iba a matar.

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AUTOFICHA:

- “Soy Augusto Eduardo Fernández Márquez. Tengo 55 años. Crecí en el Callao. En EE.UU. hice mi vida y tuve a mis hijos. Estudié Derecho y no acabé la carrera. Pero nací con la computación y aprendí mucho cuando trabajaba en una fábrica que hacía circuitos integrados”.

- “En EE.UU. tuve una empresa de telecomunicaciones, idea de negocio que ahora la tengo en Perú. Y administro el fundo. Para la feria viene el torero número uno del mundo; viene Joaquín Galdós, un torero peruano extraordinario; y viene el nuevo genio del toreo”.

- “Este niño genio viene de Salamanca, en España. Tiene 14 años. Se llama Marco Pérez. Hará su debut mundial en La Esperanza. Es un debut que los taurinos del mundo vienen esperando. El próximo año pienso hacer dos ferias, y me gustaría hacer muchas novilladas. Quiero complementar a Acho”.

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