“Las veces que he (emprendido algo) me han dicho que estoy loca. ‘¿De dónde van a salir los clientes?’. Yo decía: ‘En algún momento va salir’”.
“Las veces que he (emprendido algo) me han dicho que estoy loca. ‘¿De dónde van a salir los clientes?’. Yo decía: ‘En algún momento va salir’”.

De niña quería ser azafata y recorrer el mundo. Jugaba a que viajaba en avión y hablaba raro para simular su dominio del inglés. El sueño estaba escrito, viajar. Pero la primera vez que salió de su país no fue en avión, fue por carretera, desde Tucumán, al norte de Argentina, hasta Piura, al norte del Perú.

Llegó en setiembre, antes de la pandemia, cuando el Perú solo era una posibilidad, un destino turístico. Volvió un 23 de diciembre y recibió la Navidad lejos de su país y sus tres hijos, esta vez acariciando una intención aún borrosa. Llegó la pandemia y por fin tuvo algo claro: sobrevivir, emprender sin saber cuándo podría retornar a Argentina. María Patricia Yapura vino por seis meses, lleva ya más de dos años y dice que se queda.

MIRA: Noel Schajris: “Los artistas de verdad sentimos que la música no es para competir”

Ella lidera el taller de confección Mafrabi, que nació en 2005 en la sala de su casa, en Argentina. Son las iniciales de sus hijos, empresa que hoy es uno de los casos de éxito del programa Mujeres sin Límites, de la Fundación Belcorp. Este es un programa gratuito que alista una nueva edición en la que pueden inscribirse hasta el 7 de mayo, que tiene como objetivo brindar mayores posibilidades a más mujeres para que puedan fortalecer sus emprendimientos y liderazgo. Inscripciones en .

Con 30 años de experiencia como diseñadora, ya perdió la cuenta de cuántas veces empezó de cero. El Perú es la más reciente y sus motores son las sonrisas de sus nietos, ver a sus hijos crecer y luchadores, como ella. Dice que le ha tocado llorar varias veces, pero siempre se repite: “Ya está, andate, lavate la cara y seguí”.


-Más allá de conocer el Perú, ¿cuál era la idea de fondo para dejar Argentina?

Yo vine con una idea, pero llegó la pandemia y tuve que cambiar todo. Trabajé en un taller, porque me tenía que mantener. Gracias a Dios, pude pasar todo el 2020 trabajando y, cuando dejé de trabajar, tenía un pequeño dinero de lo que había ahorrado y pensé: “Algo tengo que hacer, no puedo volver a Argentina”. No sé por qué me sentía más segura aquí. Entonces, me quedé. Con un amigo en Piura decidimos hacer algo para mantenernos porque no se podía trabajar. Nos pusimos a vender panes de manera virtual, también vendía pasteles, tortas, alfajores, todo producto argentino. Y tuvimos buena respuesta, y nos quedamos con ese proyecto hasta 2021, pero lo mío es la costura, y me decidí por comprar máquinas de coser.


-Usted tiene tres hijos. Cuando vino al Perú, ¿cómo afrontó el hecho de estar lejos de ellos?

Quería volver, no pensaba quedarme tanto tiempo en Perú. En Argentina ya vivía sola, mis hijos ya tenían compromisos. Y dije: “Sigo mi trabajo, sigo mi instinto”. Las veces que he implementado algo para algún proyecto me han dicho que estoy loca.


-¿Por qué?

Porque me faltaban herramientas. Me decían: “¿De dónde van a salir los clientes?”, “¿qué vas a hacer?”. Yo decía: “En algún momento va a salir. No sé cómo, pero va a salir”. Y empecé a caminar y a caminar, y así comencé con máquinas chiquititas. Cerca de mi casa vendían máquinas industriales y todos los días iba y me paraba y decía: “Esa máquina es mía, me la voy a comprar”. Y me salió un trabajo grande de un colegio, y con ese trabajo me compré la máquina industrial.


-Bueno, lo mismo podrían decirle de su decisión de quedarse en el Perú, y en Piura.

¡Exactamente! Me vine a Piura porque aquí tengo amigos. Mi hijo mayor, además, está casado con una peruana, ella es de Huaral, pero viven en Argentina. Ya había una relación con el Perú.


-Deduzco que, detrás del deseo de crecer con su negocio, había una motivación más profunda para aventurarse a salir por primera vez de Argentina. ¿Qué había realmente?

Tenía menos de 50 años y ya no tenía nadie quien me llore. Yo quería salir y conocer.


-Vivir una nueva juventud, María.

Exacto (ríe). Creo mucho en Dios, creo en mí. Cuando me dijeron que iba a Perú, también me dijeron que estaba loca. Pero, ¿por qué no? ¿Por qué no estar loca? Sé trabajar; si no tengo dinero, voy, golpeo puertas y me pongo a trabajar; sé cocinar, sé limpiar, sé coser. Los argentinos somos así, no le tenemos miedo a nada. Salimos al mundo con nuestra mochila y nuestro ego (risas).


-¿Le tocó ser madre soltera?

Con mi hijo mayor he sido mamá soltera. Después me casé y tuve mis hijos. Pero, bueno, soy divorciada.


-Usted es autónoma.

Nosotros creemos mucho que la autosuficiencia es un principio de salvación. Y ese ejemplo le he dado a mis hijos, que tienen que aprender de todo, más allá de la carrera que tengan: si sos médico, aprendé a cortar el pelo, aprendé algo de electricidad, de plomería, en algún momento te va a servir.


-¿Hay límites para María?

Ni siquiera la muerte me detiene. Hoy me dedico a la alta costura, pero ya me ha tocado hacer pan. Quizás mañana me pueda dedicar a hacer otra cosa. También en Perú he sido dama de compañía de una señora, una anciana, la cuidaba, la bañaba. No porque esté mal significa que me tiraré a llorar; no. Tengo diferentes facetas.


-¿Qué ha sido lo más duro que tuvo que afrontar?

Atravesar una depresión que he tenido desde muy pequeña, desde los 15 años. Siempre estaba mal, todo me salía mal; mi matrimonio fue muy duro, porque mi esposo agarraba mi cara como un saco de box; fue muy difícil tomar la decisión de decir “hasta aquí llego, yo valgo mucho más que esto” y perder el miedo a hacer algo que me gusta, aunque me dijeran que no iba a funcionar. Hay que perder el miedo a hacer lo que nos gusta. Gané un premio importante en Argentina, salí en televisión dos veces y esto que me pasa con usted: estoy en una entrevista muy importante para un diario de Perú, y yo digo “¡wow, qué he hecho!”.


-¿Qué tenemos en común peruanos y argentinos, María?

A Gareca (reímos a carcajadas).


DATOS

- “Mi nombre es María Patricia Yapura. Tengo 51 años. Nací en San Miguel de Tucumán, al norte de Argentina. Mis padres también fueron separados. Unos años viví en Buenos Aires y otros en Tucumán. Así estuve, viajando toda mi niñez, hasta casi mi adolescencia”.

- “Terminé el colegio y estudié Corte y Confección estando casada. Me recibí de modista y después hice cursos en alta costura. Comencé esta profesión en el año 1991 y en 2005 nació Mafrabi, que es mi alma entera. También hice arnés para niños con discapacidad motora”.

-“Para contactarme tengo mi página en Facebook, que está como Mafrabi. Y en Instagram estoy como Mafrabi_arpe. Sueño poder brindar mi conocimiento. Me gustaría que digan que la señora Pati hacía lo que querían sus clientes a la hora de confeccionar. Y obvio que quisiera viajar por el mundo”.

TAGS RELACIONADOS