Ataque Frontal en la Biblioteca de Pueblo Libre. De izquierda a derecha: José Eduardo Matute y Silvio Ferroggiaro. (Foto: Dalmacia Ruiz Rosas Samohod).
Ataque Frontal en la Biblioteca de Pueblo Libre. De izquierda a derecha: José Eduardo Matute y Silvio Ferroggiaro. (Foto: Dalmacia Ruiz Rosas Samohod).

Pasaban los primeros días de septiembre del año 88. Carlos tenía unos 15 años, pero aparentaba de 12, y Richard era un año y medio mayor. Carlos estaba en tercero de media y Richard en quinto. No se conocían, aunque escuchaban la misma música y un concierto en el colegio Los Reyes Rojos, bajo el título de Metal+Core II, fue el escenario inicial para una amistad.

El cartel anunciaba la presencia de las bandas G-3, Sentido Común, Kaos General, Bazofia y los grupos metal Curriculum Mortis y Hadez. Esa noche en el colegio barranquino, a las manos de Carlos llegó un volante que buscaba más bandas para la bullente escena hardcore y tenía el número telefónico de Richard. Carlos se puso en contacto y asistió a una reunión en la casa de los hermanos Carlos y Raúl Andrade, también conocidos como ‘El Chule’ y ‘El Bombo’, respectivamente, hijos del propietario del espacio al que más tarde llamaron Jato Hardcore, a una cuadra de la comisaría de Barranco.

Aquel 88, el Perú estaba sobre el acantilado político, económico y social luego del ‘paquetazo’. Pero la escena hardcore limeña transitaba entre ciertas cimas, una de ellas sería la Jato Hardcore, sin saber que al año siguiente experimentaría una caída que marcaría el fin de un tiempo memorable.

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Carlos Torres Rotondo y Richard Nossar Gastañeta, más de tres décadas después, narran ese tiempo, uno de amistad y complicidad musical y formativa, en el libro Permaneceremos hasta el final. Hardcore, Lima-Perú 1985-1989 (Ediciones Altazor). Nombre inspirado en una de las canciones del grupo Kaos General.

“El nacimiento de mi vida adulta fue a partir de mi involucramiento en la escena hardcore. El ser parte de una escena nos marcó, porque también nos convertimos en agentes. Es recuperar el momento en que yo comencé”, me dice Torres.

El libro.
El libro.

YO NO FORMO PARTE DE ESTO

El hardcore es un subgénero del punk rock, más rápido, duro y agresivo. Y Torres y Nossar establecen su origen en Estados Unidos. En el Perú nació tras desprenderse del denominado rock subterráneo que experimentó su primera ola en 1985. “Pero las marcadas diferencias musicales e ideológicas hicieron que el movimiento se independice”, me dice Nossar y agrega: “me sorprende leer comentarios de gente que piensa que el hardcore y el rock subterráneo son harina del mismo costal”.

De esa primera ola del ‘rock subte’ los reflectores han alumbrado, sobre todo, lo hecho por Leusemia y Narcosis. Pero otros buques insignia fueron Autopsia y Guerrilla Urbana, de donde luego partirían emblemas como G-3 y Ataque Frontal.

“Entre visiones parciales, mitos o que no le dieron un tratamiento puntual a la escena hardcore y sus particularidades nace Permaneceremos hasta el final. El underground del rock nacional en los 80 es mucho más que el rock subterráneo”, precisa Torres. Entre los años 86 y 87 se da el divorcio gradual entre la escena hardcore y la escena subterránea.

Kaos General en la Jato Hardcore. (Foto: Autor desconocido, cortesía de Coco La Rosa).
Kaos General en la Jato Hardcore. (Foto: Autor desconocido, cortesía de Coco La Rosa).

MEMORIAS

En el libro también se traza con detalle la prehistoria. Sitúa a “Dextroza” de Narcosis como una suerte de primera canción hardcore o proto-hardcore, y a Pánico como quizás la primera banda con una intención hardcore.

El 86 sería el año fundacional del hardcore en el Perú. G-3 y Descontrol debutan el mismo día, Ataque Frontal pocos meses después y Kaos General en diciembre. De ellos, G-3, cultor del hardcore melódico y el primero en girar internacionalmente, continúa con regresos esporádicos y que, al parecer, en 2024 daría más de una sorpresa, incluso internacional.

El caso de Ataque Frontal es particular. Tal vez seguiría vital y en escena si no fuera por el fallecimiento de su creador, José Eduardo Matute. Aunque Raúl Montañez, ‘Montaña’, procura mantener vivo aquel legado del hardcore más visceral. Es quizás la banda hardcore peruana con más presencia internacional y que goza de gran respeto. Así se deja constancia en Permaneceremos hasta el final cuando se detalla que su música ha sido distribuida en Francia, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Inglaterra, Italia, Suecia, Canadá, Estados Unidos, México y Japón.

G-3 en No Helden. (Foto: Dalmacia Ruiz-Rosas S.).
G-3 en No Helden. (Foto: Dalmacia Ruiz-Rosas S.).

Nossar apunta: “Se trata de contar una historia que en parte es nuestra y cuya escasa bibliografía no hacía más que enmarañar los acontecimientos. En parte puede ser visto como una respuesta que estaba pendiente”.

Permaneceremos hasta el final registra, de manera especial, el trabajo de la escena hardcore a través de los fanzines. Se detalla el contenido de ellos e, incluso, analiza su calidad.

“La prensa generalista no te hablaba sobre hardcore, te la tenías que buscar tú mismo. Tú mismo ser un periodista cultural que cumpla una función de mediación y de difusión”, explica Torres y añade: “Lo que caracteriza a los fanzines hardcore de los demás es cómo se entroncan con la escena internacional, sobre todo europea y de primer nivel”.

MÁS ALLÁ DEL HARDCORE

A Nossar y Torres les pregunto sobre el influjo del hardcore en lo que hoy llamamos de forma genérica rock peruano. Tal vez establecer una línea cronológica: Jato Hardcore, G-3, Decisión Final, Futuro Incierto y el estallido de la escena ‘chikipunk’.

El primero advierte: “Trazar rutas puede ser fácil si la información es limitada” y agrega: “Personalmente no encuentro una conexión con las bandas que mencionas”. Pero señala que el hardcore —contra todo pronóstico— es un estilo vigente. “Musicalmente no descarto la posibilidad que a estas alturas su influjo haya trascendido las fronteras de los sonidos más extremos”, dice.

Torres apunta que hay grupos hardcore que influyeron a otros que han derivado en sonidos diferentes. “Fue un punto de partida para una línea importante en el rock nacional”, dice sobre G-3 como referente para Futuro Incierto, y este en lo que se llamó ‘chiquipunk’, otra ola del rock peruano a comienzos del siglo en curso. Pero esa es otra historia.

Datos:

-Carlos Torres Rotondo antes ha publicado, entre otros libros, Demoler. El rock en el Perú 1965-1975 y Se acabó el show. El estallido del rock subterráneo.

-Torres Rotondo también fue parte de la banda Enemigo Público; precisamente, en aquellos años iniciales del hardcore. Episodio que es narrado en el libro.

-Richard Nossar es fotógrafo, músico y gestor dentro de la escena underground peruana; fue uno de los artífices del crecimiento de grupos como Futuro Incierto.

-Nossar alista dos libros y una nueva producción con su proyecto musical Matus.

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