Carlos Arámbulo, escritor. (Foto: César Campos)
Carlos Arámbulo, escritor. (Foto: César Campos)

Escribe cuentos desde los 15 años, inspirado en , a quien considera uno de sus dioses literarios. Ingresó a estudiar Derecho para ser diplomático, pero se dio cuenta de que no era lo suyo. “Es la profesión en la que menos me imagino”, dice ahora. Por eso se cambió a Literatura. Al principio pensaba que podía vivir de ser escritor, pero luego se dio cuenta de que debía buscar otras formas adicionales de ganar dinero, como dictar clases en la universidad y dar conferencias. Sin embargo, su amor por la escritura sigue incólume. Acaba de publicar su segundo libro de cuentos bajo el sello de , titulado Nunca seremos tan jóvenes como hoy. Carlos nos recibe en su casa, junto a Chola, su perrita peruana, y sus otros cuatro canes para darnos esta entrevista. 

¿Por qué Nunca seremos tan jóvenes como hoy?
Este libro tiene que ver con el paso del tiempo, con la memoria, con los recuerdos de juventud o la vida vista en perspectiva. Esa frase es un extracto de uno de mis textos y creo que rinde cuenta de que cada momento es irrepetible y el esfuerzo de la memoria es solo un paliativo que no logra reconstruir nada. 

¿A qué se refiere con que la memoria es un paliativo?
La memoria no te trae las cosas. El tiempo es un gran agujero negro que se traga todo y la literatura trata de reconstruir lo que sucedió, pero jamás vas a lograr recuperar exactamente lo que sentiste, lo que viste o lo que hiciste. Es imposible. Por eso trabajamos con la palabra, para tratar de salvar lo sucedido. La literatura va a hacer que recordemos, que volvamos a vivir un momento emocionalmente, pero la experiencia vital del asombro, la del susto, la de la alegría ya se fueron. 

¿Eso le parece algo trágico?
No, me parece algo enriquecedor. Hasta cierta edad, uno piensa que es inmortal, nunca piensa en que ya no va a estar, que las cosas se están yendo, que el mundo cambia. Creo que simplemente te da perspectiva. 

¿Cuál es el eje transversal de las historias de su libro?
Son cuentos escritos en varios momentos y muy distintos. Uno de cuando yo tenía 17 años y otro que escribí hace unas semanas. Me di cuenta de que en todas las historias había una mirada nostálgica, pero no con un tono de lamento, sino simplemente rememorativo, a veces neutral y otras, muy duro. Es casi el recorrido de varias vidas en momentos diferentes. Aunque, al final, todas las vidas humanas son una sola. 

Nunca seremos tan jóvenes como hoy.
Nunca seremos tan jóvenes como hoy.

El tiempo es el elemento vital de esos relatos. ¿Qué significa eso para usted?
Para un escritor, el paso del tiempo es una herramienta que permite narrar historias. Además, significa madurez, pues no narras igual a los 40 que a los 20. No solamente porque hay aprendizaje técnico, sino que es la mirada la que va cambiando, la percepción cambia, el sentido que les das a las cosas cambia. Además, el paso del tiempo te hace más reflexivo de tu condición, de tu mortalidad. Empiezas a ser más generoso con tu propia vida. 

Ha escrito poesía, novela y cuento. ¿Qué tipo de autor se considera?
Un escritor. A veces hago poesía, pero, esencialmente, soy narrador de novela y cuento. Tú puedes hacer tus rituales y convocar a los dioses de la narrativa, pero los de la poesía son indiferentes. Esos dioses vienen cuando se les da la gana. 

Ha incluido un dibujito de una ola en uno de sus cuentos. ¿Por qué?
Es del cuento “La ola de tu cuaderno”, que es el más potente desde el punto de vista sentimental. La ola es el dibujo que todos los surfistas hacíamos cuando estábamos en el colegio y las clases eran aburridas. Nos alucinábamos dentro de esas olas perfectas y épicas. Esa es una expresión que usamos para referirnos a que hemos tenido un gran día: la ola de tu cuaderno. 

Julio Ramón Ribeyro compara el acto de surfear con escribir. ¿Comparte esa idea?
Totalmente. Es un buen símil porque hay momentos en los que el oleaje es inmanejable, momentos que se vuelven un poco peligrosos. Entonces, uno tiene que usar todos sus recursos para tratar de salir bien. En el mar tienes que improvisar cada segundo. Las olas son como huellas digitales, ninguna es igual a la que sigue; exigen muchos reflejos y que sepas qué hacer ante cada momento y cada cambio, como en el proceso de escritura. 

Carlos Arámbulo y Julio Ramón Ribeyro.
Carlos Arámbulo y Julio Ramón Ribeyro.

En cuanto a la industria, las cifras de ventas de libros han ido aumentando. ¿Cómo analiza esta situación?
Veo una industria saludable, lo que está ayudando a que lo literario mejore. Por ahí salen cosas sumamente comerciales, muy vendedoras, pero eso es la espalda de las editoriales para darse el gusto de publicar literatura. Lamentablemente, las ferias, por ejemplo, no van a hacer mucho si es que no formamos lectores. Es decir, puede crecer la asistencia, pero van a ser compradores de libros, no lectores. Aunque es un buen impulso inicial, hay que complementarlo. 

Comparte la crítica sobre que cada vez leemos menos.
No es una crítica, es una realidad. Todo es tan fácil ahora... Como leer cuesta esfuerzo y toma mucho tiempo, se valora más la inmediatez. Si quiero saber algo, lo busco en Google, ya no tengo que ir a una biblioteca a tomar apuntes.

¿Eso implica algún riesgo?
Claro que sí, porque los libros te hacen más humano, más empático, más consciente, te enriquecen el mundo, te dan amplitud de criterio, de pensamiento. Coger un buen libro es poder tener discusiones inteligentes, es una cosa que no vas a encontrar mucho en la vida cotidiana porque todo el mundo está preocupado por lo que tiene que hacer en automático. Leer da un nivel de reflexión, de contraste de opiniones, de riqueza de mundos, de tratar de entender las sensaciones de otro, sensaciones que tú quizás no compartirías, te ayudan a crecer muchísimo. Una mirada del mundo sin literatura es una mirada más pobre, limitada. 

AUTOFICHA 
- “Escucho rock progresivo, música clásica, muchísimo jazz. Tengo discos de Charles Mingus, Frank Zappa, King Crimson, Guns N’ Roses, Jack White. La música me aísla, me ayuda a concentrarme para escribir. La bulla me sirve también, me gusta escribir en cafeterías con mucho ruido”. 

- “Ahora surfeo menos porque tengo tanto que preparar de clases que me falta tiempo. Eventualmente por ahí voy a Cerro Azul, corro tabla unas cuantas horas. Con los años, creo que me he ido quedando solo con unas playas, porque cuando uno es joven, quiere correr todo”. 

- “Estoy preparando dos nuevas novelas. La que estoy avanzando ahorita es totalmente diferente a mis anteriores publicaciones. También tengo un libro de cuentos que ya está listo... Proyectos tengo un montón porque he estado bastante tiempo escribiendo sin publicar, así que ahora los estoy ordenando”.