Dos ciclistas perdieron en la Panamericana Sur. Ninguna autoridad se lamenta, ninguna visita la zona del incidente, ninguna expresa las medidas a tomar para garantizar que no mueran más ciclistas., advierte la columnista.
Dos ciclistas perdieron en la Panamericana Sur. Ninguna autoridad se lamenta, ninguna visita la zona del incidente, ninguna expresa las medidas a tomar para garantizar que no mueran más ciclistas., advierte la columnista.

El fin de semana pasado perdieron la vida dos ciclistas deportivos, Juan Carlos Apaza y William Mendoza, atropellados por una conductora en la Panamericana Sur. Al sur del país, otra tragedia ciclista: atropellan y matan a Edgar Cari en la carretera Interoceánica. Algunos medios cubren estas noticias como si los ciclistas hubieran muerto por combustión espontánea y no indican en el titular la causa verdadera. Otras tragedias que pasarán al olvido. Ninguna autoridad se lamenta, ninguna visita la zona del incidente, ninguna expresa las medidas a tomar para garantizar que no mueran más ciclistas.

Los ciclistas, nuevamente, se congregan en otro plantón para exigir que se respeten sus vidas. Otra vez reclaman mejor infraestructura, reducción de velocidad, señalización más segura, respeto a su existencia. De nuevo se desaniman ciclistas y aquellos que querían salir a las calles ahora dudan, les da miedo, quieren cuidar sus vidas, como es natural.

Por su parte, los asaltos siguen a la orden del día. Ni las medidas de fuerza con la imposición de estados de emergencia los frenan, a tal punto que hasta asaltan bancos en pleno día. Cero inteligencia y cero planeamiento, lo que genera nulos resultados que nos garanticen ciudades más seguras.

Además, se van sumando las denuncias de agresiones a los espacios públicos, retrocesos en lo avanzado por gestiones municipales anteriores y desprecio a las propuestas ciudadanas, incluso a algunas que ya ganaron los fondos de los presupuestos participativos, como es el caso de Lince.

En Lima Metropolitana, llueven las denuncias contra el alcalde Rafael López Aliaga. No solo el Concejo retrocedió con el cambio de nombre de parques en homenaje a sus exaliados, como renombrar el Parque de la Cultura como el Parque Castañeda Lossio, sino que ahora la municipalidad debe enfrentar y cumplir las sentencias de restitución de trabajadores que despidió sin motivo.

Esto sin contar la multa a pagar a Sunafil por desacatar mandatos judiciales. Si a esto se suman los despilfarros de dinero identificados (como las invitaciones a artistas de otros países) y la poca ejecución de obras y servicios para preparar la capital ante los efectos del fenómeno de El Niño, estamos ante una gestión a la que bautizar de ineficiente sería poco. Acaso, ¿nos van a pedir que volvamos a rezar para evitar las tragedias?

Vaya tiempos que enfrenta la capital. Vaya tiempos.