(USI)
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Redacción PERÚ21

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Es un desorden caracterizado por un desequilibrio a nivel químico cerebral. Esto provoca que el ánimo de la persona oscile entre dos escenarios bien marcados. Por un lado, se encuentra el período de euforia, en el que la persona presenta diversas manifestaciones de agitación psicomotora: se siente muy bien, hace muchas cosas, tiene ganas de vivir intensamente, en fin. Incluso, por exceso de energía, puede tener delirios de grandeza, dormir pocas horas y asumir conductas de riesgo. Sin embargo, de manera súbita, la persona puede pasar al otro extremo: el episodio depresivo. En este estado, las ganas de vivir desaparecen, hay mucha tristeza, baja la autoestima y hasta aparecen pensamientos suicidas.

Según Renato Alarcón, psiquiatra y titular de la cátedra Honorio Delgado de la Universidad de Cayetano Heredia, se trata de un trastorno que afecta seriamente la calidad vida de la persona y, también, a quienes la rodean. Se presenta con mayor frecuencia entre los 20 y 30 años, aunque es probable que, en las décadas previas, ya se haya manifestado. Las causas no se han determinado con exactitud, aunque el factor hereditario asoma como el más influyente.

¿Cuál es la solución? Alarcón señala que el trastorno bipolar no se cura, pero se trata. Una persona que ha recibido un diagnóstico apropiado y sigue el tratamiento, puede tener bajo control la enfermedad y mejorar su calidad de vida. En cambio, una persona que no recibe atención médica tiene más chances de cometer acciones autodestructivas.