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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois, La opinión del directorNada en la vida dura 100 años y, menos aún, entre latinoamericanos. Así, tenemos que cada día es más evidente que el chavismo está en una curva descendente. La corriente del revanchismo y de la intolerancia que ha dominado durante una década a buena parte del continente ha sufrido, con la salida de Fernando Lugo, otra pérdida significativa.

Al mismo tiempo, dos de sus más connotados miembros: Cristina y Evo, se encuentran asediados contra las cuerdas. La primera, porque los argentinos ya se dieron cuenta con el control de cambios, entre otros actos desesperados, de que los han engañado. Por su parte, al presidente boliviano se le agotaron los fantasmas para culparlos y le están exigiendo resultados.

Ahora solo queda aguardar las elecciones venezolanas en el último trimestre del año para ver si el creador de este 'pensamiento' trasnochado se entornilla para continuar gobernando o es capaz de aceptar la voluntad del electorado.

En todo caso, no habría que esperar la desaparición de Chávez para empezar a desmantelar las absurdas instituciones que ha creado, especialmente UNASUR, a la cual el Perú se ha plegado y que no tiene otra intención que la de servir de protección a los gobernantes chavistas en la región.

En realidad, la misión de cancilleres en Asunción ha sido una vergonzosa intromisión en los asuntos internos de un país que estaba siguiendo un procedimiento contemplado en su Constitución. A Roncagliolo, Chávez o Correa les podrán parecer poca cosa 17 muertos para que un presidente sea sancionado y defenestrado, pero es claro que eso no es lo que piensan los paraguayos.

Más aún, el tener a nuestro canciller avalando una declaración de que se estaba llevando a cabo un 'golpe de Estado' contra Lugo –lo cual no será bien recibido por quien lo ha reemplazado– es una raya más en la gestión de un ministro que se ha quedado encapsulado en la época de Velasco y que ha demostrado ser particularmente desacertado.

En lo que respecta al impacto interno de este movimiento en el péndulo, consideramos que debería consolidar la tendencia hacia la moderación del mandatario. Por un lado, la crisis internacional lo obliga a ser muy cuidadoso para preservar los flujos de inversión que nos permiten continuar creciendo, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de países que se están desacelerando.

Mientras que no tendría ningún sentido que su gobierno se radicalice justo cuando el resto de los latinoamericanos estarían empezando a marchar en el sentido contrario.

Así que la señal para Humala es clara: debería fortalecer a su administración con técnicos de recambio para buscar resultados más rápidamente, en lugar de dar marcha atrás y retornar a los dinosaurios o arriesgarse innecesariamente experimentando con políticos cuestionados que ya fracasaron.