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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nano Guerra García,Opina.21nano@somosempresa.com.pe

La semana pasada escribí sobre el emprendedor del arte y recibí comentarios del rol de los artistas en la sociedad. Algunos indican que el intelectual es opuesto al emprendedor empresarial, sugiriendo que el papel del primero es más ético.

Pero, veamos. Ambos se dedican al lucro; es decir, obtener beneficio de algo o alguien. Los artistas viven de la comercialización de su arte y el reconocimiento, que buscan al igual que un empresario se enfoca en la calidad, su posicionamiento y la venta. Ambos usan su razón, son creativos y esperan que el público reconozca sus logros.

En cuanto a su rol social, los dos encuentran un mercado en una sociedad libre. En las sociedades feudales y dictatoriales no hay sitio para un artista, científico o productor.

En la sociedad moderna, el emprendedor empresarial lleva productos y servicios que han sacado de la pobreza a millones de personas.

Pero, en muchos casos, el intelectual parece confundido, sin saber cómo encontrar mercado para su obra, o esperando la ayuda del Estado o a un mecenas todopoderoso, sin entender que, muchas veces, estos son sus enemigos y que el emprendedor empresarial es su par.

Es más, los factores que nos unen –los enemigos están al frente, no a los costados–, y si lo entendemos así, podremos crear mejores productos para el bienestar y el alma.