Las series estadounidenses de hoy son los folletines británicos de antaño: productos cuyo consumo engancha indefinidamente como los novelones interminables del siglo XIX y que saben disfrazar su cebo folletinesco con una pátina de respetabilidad que no suelen tener las series latinoamericanas. Por si fuera poco, desde hace unos años ofrecen desnudos a granel, pero, ¿lo hacen por necesidad dramática de sus historias o porque así atraen a más televidentes? El sensible mayor porcentaje de desnudos femeninos frente a los masculinos deja clara esta cuestión…
Durante los años 80, las series en Estados Unidos todavía respetaban un código de representación según el cual no se podían mostrar impactos de bala o salpicaduras de sangre en sus secuencias violentas, mucho menos un seno o un genital en pantalla. Fue en los años 90, con el desarrollo de las series para cable, cuando se empezaron a crear títulos específicamente eróticos con desnudos explícitos, como en Red Shoe Diaries, del erotómano Zalman King.
Resulta evidente que el porcentaje de desnudos femeninos en las series de TV estadounidenses es mucho mayor que el de desnudos masculinos: innegable deducir que este fenómeno responde casi siempre a lograr un mayor reclamo visual para una audiencia que todavía acepta mejor los pechos de la actriz que el trasero del actor…
Pero Samantha se trata de un caso excepcional en la por lo general conservadora sociedad estadounidense: en Juego de tronos (2011…), los desnudos femeninos son absolutamente innecesarios y contemplativos, sin que además impliquen un enfoque artístico: erotómanos como Vicente Aranda hubieran hecho maravillas visuales de contar con esa permisividad en TV.
Títulos pioneros como Spartacus son los que lograrán que la mentalidad de la industria audiovisual anglosajona, que es la que moldea la de todo el mundo al tratarse del imperio cultural de nuestros días, se muestre menos prejuiciosa y sexista a la hora de enfocar el cuerpo humano: todos sabemos de la rígida mentalidad protestante que dirige el pensamiento estadounidense, pero por suerte siempre hay artistas que, influidos por la permisividad europea, logran llevar más allá la frontera de lo que se considera pertinente en televisión.
Y, así, algún día será cotidiano ver sexo real en tus series favoritas.
Por Hernán Migoya