Si a usted le preguntan cuál es el maestro de colegio del que mejores recuerdos guarda, es muy probable que usted mencione a quien se mostró empático con sus alumnos, y los orientó con calidez, apelando a las emociones para el aprendizaje. Eso es tener una buena inteligencia emocional.
Sin embargo, la situación en el aula no es siempre así. En los últimos cinco años, más de 16,800 alumnos han reportado haber sido objeto de bullying en el colegio, según registros del Ministerio de Educación. Sin embargo, si de por sí el acoso escolar es un problema, lo es más cuando viene desde los propios directores y maestros: el 43% de casos reportados oficialmente fueron cometidos por personal de la escuela.
“Este alarmante descontrol de emociones que se vive en las aulas es por la falta de inteligencia emocional. Esta es la habilidad de entender y regular las emociones en situaciones difíciles y que ayuda a desarrollar las habilidades blandas necesarias para el éxito personal y profesional, como empatía, tolerancia, resi-liencia y compromiso”, refirió Rosario Jiménez, pedagoga y especialista en neurociencias, quien está realizando capacitaciones en varias ciudades con la Fundación Telefónica.
“Todos podemos gestionar un cambio positivo en nosotros mismos. Si estamos al frente de un aula, tenemos una gran responsabilidad por lo que trasmitimos a nuestros alumnos, ya que somos un modelo”, advirtió.