Andrea Canales tuvo a su hija por cesárea un domingo 18 de mayo a las 9:42 p.m. El jueves siguiente fue a dar su parcial de Gerencia con una dosis de Tramadol que el médico le inyectó para el dolor. Estaba en quinto ciclo, tenía 19 años. Había dejado a Micaela, su bebé, unas horas con sus abuelos para llegar a dar su examen. Al final, pasó el curso y ese fue su mejor ciclo en lo que llevaba en la universidad. Andrea es madre soltera y universitaria.
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La noche en que nació Micaela, el hermano de Andrea fue el que estuvo en la sala de parto, ella lo decidió así. Las opciones estaban entre varios de su familia: su abuelo (que es médico), su tía, su mamá o su abuela. Andrea eligió a su hermano, de entonces 21 años. "Pensé que le ayudaría mucho en su vida estar presente en un acontecimiento así, en ver nacer a un bebé. Él se moría de miedo, pero entró". Ella no tuvo dolores ni contracciones fuertes. Podía tener un parto natural en cualquier momento, pero eligió que le practiquen una cesárea. Andrea no tuvo complicaciones antes ni después de su embarazo. No interrumpió sus estudios de Ingeniería Empresarial.
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Define sus meses de embarazo en dos palabras: felicidad y estudio. Siente que fueron meses de mucha tranquilidad, aunque por un tiempo tuvo el temor de no tener la agudeza materna de cuidar a su hija. "Estaba dentro mío, no la veía. No sabía si todo iba bien". Al dar a luz no aceptó por un tiempo que nadie toque a Micaela. Incluso sus papás tenían prohibido acercarse. En esos meses, Andrea fue una revelación en sus estudios y empezó a subir sus notas. El esfuerzo era por ella y su hija. Después del nacimiento de Micaela, Andrea siguió asistiendo a la universidad, aunque su vida ya había cambiado: "Lo más difícil de ser la mamá es dejar a mi hijita cuando me voy a la universidad". Hoy Micaela está a punto de cumplir su primer año y la mamá, con veinte años, habla como una experta sobre los logros de su bebé. "Micaela gatea por toda la casa y ya casi camina".